Queridos compañeros,
Acudo a este Congreso del Partido Popular Europeo consciente de la trascendencia histórica del
momento que vivimos. A partir de hoy mismo, el Consejo Europeo se enfrenta a decisiones que van
a determinar el destino de la Unión Económica y Monetaria y el de la propia Unión Europea.
Los procedimientos electorales españoles condicionan, tras la jornada electoral, los plazos de
formación del nuevo Gobierno. Esos plazos impiden que yo acuda a Bruselas como Primer
Ministro, si bien he acordado con el Presidente en funciones, el señor Rodríguez Zapatero, la
postura a mantener en ese Consejo. Aun así, quiero compartir con todos ustedes unas reflexiones
sobre la visión de Europa que, dentro de poco más de una semana, llevaremos al nuevo Gobierno de
España.
España es un país clave en el proyecto europeo. Durante el anterior gobierno del Partido Popular,
entre 1996 y 2004, demostramos nuestro compromiso con Europa. Afrontamos y resolvimos retos
muy difíciles. Entre otros, la incorporación al Euro desde el primer momento, cuando en 1996 no
reuníamos ninguno de los requisitos establecidos en el Tratado de Maastricht.
En aquellos años no incumplimos ni una sola vez los compromisos asumidos en el marco del Pacto
de Estabilidad y Crecimiento. Alentamos el proceso de reformas que contemplaba la Estrategia de
Lisboa y logramos bajar a la mitad la tasa de desempleo, equilibrar nuestras cuentas públicas y
reducir sensiblemente la deuda soberana. Hoy las cosas son, por desgracia, muy distintas.
Ahora nos enfrentamos a nuevos desequilibrios, a nuevos riesgos, a un escenario diferente. Pero,
tras las pasadas elecciones legislativas en mi país, tenemos una amplia mayoría parlamentaria y un
mandato político claro para responder, sin demora y con garantías, a los retos que nos aguardan.
Estoy convencido que vamos a lograr superarlos.
Consciente de todo ello, he querido que mis primeras actuaciones fuesen dirigidas a incorporar a
todos a ese gran proyecto. Porque todos, formaciones políticas, agentes económicos y sociales,
comunidades autónomas y, en general, todos los españoles, tenemos un objetivo común: resolver
con éxito el mayor desafío colectivo al que nos hemos enfrentados en las últimas décadas.
Para afrontar este reto, el nuevo gobierno tendrá tres líneas de actuación inmediatas e
irrenunciables:
• Avanzar en la consolidación fiscal y cumplir impecablemente con nuestros objetivos de
déficit. Estamos absolutamente convencidos de que la estabilidad de la economía y el
equilibrio de las cuentas públicas son condiciones necesarias para lograr un desarrollo
sostenido y estable, capaz de generar empleo. Mi gobierno se propone, como primera
medida, desarrollar el mandato constitucional recientemente introducido en nuestra Carta
Magna, que consagra el equilibrio de las cuentas públicas y hace de la austeridad en la
gestión de los recursos públicos una norma de conducta permanente.
• Reformar y flexibilizar nuestro mercado laboral. Nuestro mercado de trabajo padece
rigideces que dificultan la recuperación del empleo para aquellos que lo han perdido y pone
trabas a la incorporación de los jóvenes al proceso productivo. Por ello, haremos una
profunda reforma de nuestra legislación laboral.
• Reestructurar, de manera definitiva, nuestro sistema financiero para restablecer el crédito
cuanto antes. España sólo podrá crecer si el crédito vuelve a fluir hacia las familias y las
empresas. El Gobierno del Partido Popular se compromete a culminar la reestructuración del
sistema financiero español, para desatascar los canales por los que discurre el crédito,
reforzando –a la vez- el control y la supervisión de las entidades financieras.
Estoy convencido de que nuestros problemas económicos sólo se resolverán si, además, la
economía española vuelve a crecer con fuerza. Para eso necesitamos: reducir el riesgo de nuestra
deuda soberana, acometer reformas estructurales que fomenten tanto el crecimiento como la
competitividad, estimular el ahorro y hacer crecer nuestras exportaciones. Esas serán nuestras tareas
inmediatas.
Queridos compañeros,
El pasado 20 de noviembre la sociedad española apostó, en las urnas, por el cambio, a la vez que
renovó su compromiso con Europa. Y lo hizo en un momento especialmente complicado,
consciente de la responsabilidad y de los sacrificios exigidos. Los españoles, voluntaria y
mayoritariamente, han ligado su futuro y la solución de esta crisis, al fortalecimiento de Europa.
Los europeos necesitamos una respuesta conjunta y decidida. Necesitamos decirle al mundo:
“Europa no es una ocurrencia, no es un experimento vacío, no es un anacronismo”. Los líderes
europeos debemos sumar nuestras fuerzas en la construcción de un proyecto económico y
monetario, pero también político. Es preciso que de esta crisis aflore una Europa mejor, que esta
crisis nos ayude a avanzar en el proceso de integración y coordinación.
En particular, los países de la eurozona necesitamos hacer ajustes presupuestarios profundos,
eliminar gastos improductivos y hacer planes fiscales a largo plazo. Necesitamos reformas
estructurales para estimular el crecimiento y las ganancias de competitividad. Pero, para que estas
reformas puedan asegurar una Europa nueva, es preciso, ya, sin más dilación, poner en marcha
todos los medios y recursos disponibles para contener la hemorragia de la deuda soberana.
Soy consciente de que estas intervenciones requieren de un entorno de seguridad y de una mayor
disciplina que eviten la irresponsabilidad presupuestaria. Pues adelante, hagámoslo. España lo
apoyará. Necesitamos un mayor rigor presupuestario y establecer controles adicionales para evitar
que una crisis como esta se vuelva a repetir. Hagámoslo. Y si para todo ello, necesitamos modificar
Tratados, modifiquémoslos. Hagamos todo lo que esté en nuestras manos para fortalecer la Unión
Europea. Puedo asegurarles que España apoyará decididamente ese proceso.
Tras cada reto y dificultad que los ciudadanos y los gobiernos de Europa hemos superado a lo largo
nuestra historia, se han acumulado valiosas enseñanzas que hoy, más que nunca, conviene tener
presentes.
Y una de las lecciones que a los europeos nos ha inspirado siempre ha sido que, para superar cada
reto, cada dificultad histórica, era necesario asumir un mayor grado de compromiso que el heredado
de las generaciones precedentes.
Hoy, nuestro reto es que ese compromiso no se quede en una mera aspiración. Que ese compromiso
se convierta en el sello de identidad de la nueva Europa. Una Europa que todos nosotros queremos
más fuerte y más sólida.
Muchas gracias por su atención. Muchas gracias.