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jueves, 25 de agosto de 2011

El soporte del sector exterior seguirá siendo clave para la economia española



Aunque la economía española hace más de un año que salió de la recesión, el ritmo de avance desde entonces ha sido muy pausado, claramente inferior al del conjunto de países de la zona del euro. Los indicadores disponibles apuntan a que en los próximos meses no mejorará la intensidad de crecimiento de la actividad sino más bien se desacelerará un poco. En particular, se espera que la contribución de la demanda interna sea negativa durante el segundo trimestre, por lo que el soporte del sector exterior seguirá siendo clave. Así pues, en promedio las perspectivas son que el crecimiento durante el segundo trimestre de 2011 se mantendrá bastante estancado.
En efecto, desde la perspectiva de la demanda interna, la lectura de los indicadores que hacen referencia al consumo privado anticipa un progreso lento en el periodo de abril a junio, con un crecimiento ligeramente superior al registrado durante el trimestre anterior. Las variables muestran señales desiguales. Desde el lado más positivo, cabe señalar el hecho de que las ventas minoristas frenaran el ritmo de caída ya que, en el mes de abril, el índice general de comercio minorista corregido de efecto calendario cayó el 2,0% interanual, seis puntos y medio por debajo del retroceso registrado en marzo. Las ventas recibieron un impulso gracias a los buenos resultados de las grandes cadenas y superficies, pero cayeron en los demás canales de distribución. Una consecuencia positiva de la evolución del comercio minorista es que la tasa de caída interanual del índice de ocupación en este sector mejoró, aproximándose a un cambio de tendencia.

También progresó la confianza del consumidor en el mes de mayo, aunque todavía se ubica por debajo del promedio de largo plazo. Menos favorables son los datos de las matriculaciones este mes, que continúan estancadas, o la caída de la importación de bienes de consumo de abril.
Por el contrario, se prevé un retroceso importante del consumo público durante el segundo trimestre. Tras el sorprendente repunte en el periodo anterior, ahora debería reducirse para cumplir con los objetivos de déficit anunciados para el 2011. Tampoco la inversión contribuirá positivamente al crecimiento este trimestre, aunque el comportamiento será muy dispar entre la inversión en bienes de equipo y en construcción.
En el primer caso, los indicadores ofrecen señales mixtas y en su conjunto apuntalan un avance muy liviano de la inversión en bienes de equipo. Desde la vertiente poco optimista, destaca la fuerte caída de la producción industrial que, corregida de efectos de calendario, retrocedió sustancialmente en el mes de abril, situando la tasa de crecimiento interanual en el -1,6%, más de un punto inferior a la registrada en marzo. Esta fuerte caída, generalizada en todos los destinos económicos, rompe con la tendencia positiva observada en el inicio del año. Los bienes de equipo, a pesar de bajar intensamente en el mes de abril, fueron el único grupo que mantuvo una tasa de crecimiento interanual positiva.
La capacidad de recuperación estará a expensas del sector exterior. Otra variable poco favorable fue la compra de vehículos industriales, que también retrocedió en abril. Por el contrario, la confianza industrial mejoró en el mes de mayo, y también lo hizo la utilización de la capacidad productiva, aunque ambos indicadores se encuentran bastante por debajo de su nivel promedio de largo plazo. En el caso de la construcción, la información más reciente sigue apuntando a una continuación del proceso de ajuste, y continuará restando al crecimiento del PIB durante el próximo año.
Por tanto, las perspectivas son que el sector exterior seguirá siendo clave para que el conjunto de la economía española mantenga el ritmo de recuperación en el segundo trimestre. En este sentido, contribuirá de forma importante el turismo, que muestra un buen tono. En efecto, en el mes de abril este intensificó su ritmo de recuperación ya que el número de visitantes creció un 20,9% interanual. Este dato confirma el buen pulso del sector turístico que durante los primeros cuatro meses del año recibió un millón de turistas más que en el mismo periodo de 2010. Se espera que la recuperación de la economía europea y las tensiones políticas en el norte de África mantengan esta tendencia en lo que queda de año.
En definitiva, en vista de la evolución de los distintos indicadores disponibles, las perspectivas son que la reactivación de la economía pierda algo de fuelle en el segundo trimestre. En primer lugar, el consumo de las familias avanzará poco ya que las presiones sobre este siguen siendo destacables, especialmente si la inflación persiste o la recuperación del mercado de trabajo se estanca, ya que ambos factores reducirían la renta disponible. Tampoco ayudará a acelerar el consumo la previsible subida gradual de los tipos de interés. Asimismo, los datos ponen de manifiesto que la inversión no contribuirá favorablemente sobre el crecimiento. Pero uno de los factores que más condicionará la desaceleración de la recuperación en el segundo trimestre es la evolución del gasto público. Ello, de hecho, reflejará el compromiso de todas las administraciones públicas en la reducción del déficit.
La Comisión Europea estima que la economía española crecerá un 0,8% en 2011. Efectivamente, entre las recomendaciones de la Comisión Europea a España publicadas en junio con el fin de asesorar el programa de reformas y estabilidad fiscal del año 2011 de este país, destaca la petición de que haya una aplicación estricta de los mecanismos de control del déficit y de deuda a los gobiernos territoriales. Asimismo, este organismo recomienda reducir las cotizaciones sociales y aumentar el IVA para impulsar la competitividad. En materia laboral, defiende una reforma de la negociación colectiva que ligue los salarios a la productividad y propone revisar los resultados de la reforma laboral a finales de 2011. Finalmente, con relación al sistema financiero se muestra favorable a seguir impulsando la actual reestructuración de las cajas.

Perspectivas del consumo de los hogares en España


El consumo privado fue uno de los puntales del crecimiento de la economía española durante el último ciclo expansivo. Los números hablan por sí solos. La tasa de crecimiento promedio fue del 3,8% entre el año 1995 y el 2007, casi dos puntos porcentuales por encima de la del conjunto de la eurozona. Dado su importante peso en el conjunto de la economía, representa el 59% del producto interior bruto (PIB), su evolución fue fundamental para que la economía española avanzara a buen ritmo. Sin embargo, el papel que jugará en el proceso de recuperación parece una incógnita, como mínimo si miramos las previsiones de las principales instituciones tanto nacionales como internacionales. Mientras el FMI espera una tasa de crecimiento para el 2011 del 1,3%, el consenso de analistas la sitúa en el 0,3%. La previsión del Banco de España, la OCDE o la de "la Caixa" se sitúan entre estos dos valores (véase la tabla siguiente). ¿A qué se debe tal disparidad? Y, sobre todo, ¿cuál es la trayectoria más probable?
El buen comportamiento que experimentó a lo largo del 2010, avanzó un 1,3% en términos reales, podría permitirnos cierto optimismo. Pero como se observa en la tabla anterior, son pocos los que pronostican una mejora para este año. Ello se debe, fundamentalmente, a que el dato del pasado año es fruto, sobre todo, de una importante reducción de la tasa de ahorro. Esta, que se mantuvo estable durante los años de expansión alrededor del 11% de la renta bruta disponible de los hogares (RBDH), cuando estalló la crisis financiera internacional se disparó y, en 2009, alcanzó el 18%. Un valor anormalmente elevado, pero razonable dado el fuerte aumento de la incertidumbre y el deterioro del mercado laboral. En 2010, a medida que la economía global empezó a recuperarse y que la economía española dio síntomas de estabilización, la tasa de ahorro comenzó un rápido descenso hasta situarse a finales de año en el 13%. La contribución de este factor fue, pues, fundamental. Si la tasa de ahorro se hubiera mantenido constante, el consumo privado hubiera retrocedido un 4,7% en términos reales aproximadamente.
Tras la fuerte corrección que experimentó el ahorro en 2010, el recorrido que tiene a la baja es ahora más limitado. El nivel actual es próximo al de los años de expansión pero la incertidumbre todavía se mantiene elevada. Por lo tanto, el empuje que le podrá dar al consumo será mucho menor.
Además del escaso margen de maniobra de la tasa de ahorro, hay otros factores que también limitan la capacidad de recuperación del consumo. El aumento del IVA y la escalada del precio de las materias primas son los dos principales.
Como es bien sabido, en junio del pasado año el tipo reducido del IVA aumentó del 7% al 8%, y el general del 16% al 18%. Si bien es cierto que el aumento de este impuesto impulsó el consumo durante la primera mitad del año porque incentivó el adelantamiento de algunas compras, especialmente las de bienes duraderos, el impacto que tuvo sobre la capacidad adquisitiva del conjunto de los hogares no es despreciable. Para hacernos una idea de su magnitud basta con tener en cuenta que el volumen de recaudación del IVA es de aproximadamente el 6% de la RBDH. Por lo tanto, una subida del impuesto como la que se produjo el año pasado representa alrededor de 0,8 puntos porcentuales de la misma. De todas formas, es importante tener en cuenta que, en términos de crecimiento, el efecto se distribuye entre el año pasado y el presente, ya que el aumento se produjo en junio de 2010. Además, el aumento del IVA fue decisivo para que el Gobierno consiguiera reducir el déficit público hasta el 9,2% y, por lo tanto, para mantener la confianza de los mercados de financiación internacionales.
El efecto del aumento del precio de las materias primas en general, y del petróleo en particular, sobre la capacidad de compra de los hogares españoles tampoco es marginal. El peso que tienen los carburantes en el gasto de las familias es importante y, en general, a corto plazo la demanda de este producto responde poco a las variaciones de su precio. Concretamente, la tasa de crecimiento interanual del precio del petróleo de calidad Brent se situó en mayo en el 50%. En euros, sin embargo, el aumento ha sido menor, del 30%, gracias a la apreciación de la moneda europea. Además, no toda la subida del precio del crudo se transmite al precio final de los carburantes. De hecho, este solo supone el 35% del precio final aproximadamente. Dado que el gasto en carburantes es el 6% del gasto en consumo final, la subida del precio reduce la capacidad de consumo en 0,6 puntos porcentuales.
Ante este escenario, la evolución del consumo de los hogares difícilmente nos dará alegrías en el corto plazo. Es difícil estimar cuál será el impacto final de cada uno de los factores comentados y, probablemente, este es uno de los motivos por los que las previsiones de las distintas instituciones son tan dispares. Pero aunque parte de los efectos podrán ser compensados por el aumento de la renta bruta de los hogares, ello muy probablemente no será suficiente como para evitar que el consumo presente una tasa de crecimiento sustancialmente inferior a la del año pasado. De hecho, la tendencia decreciente ya se ha empezado a ver en los últimos trimestres. Tras anotar una tasa de variación interanual del 2,2% en el segundo trimestre de 2010, esta ha ido cediendo hasta el 0,7% el primer trimestre de 2011.
Pero no todo son malas noticias. Es importante resaltar que estos factores son temporales. El efecto del IVA sobre la tasa de crecimiento desaparecerá durante la segunda mitad de este año y cabe esperar que el precio del petróleo se vaya estabilizando gradualmente en los próximos meses. Ello actuará de soporte durante el segundo semestre y permitirá que en 2012 el consumo remonte con algo más de fuerza. Además, es probable que entonces también reciba el apoyo del mercado laboral, para el que se espera que empiece a dar señales más sólidas de recuperación. Este es el aspecto fundamental para que la renta del conjunto de los hogares vuelva a crecer y, así, dar robustez a la recuperación del consumo privado y de la economía en general.
Este recuadro ha sido elaborado por Oriol Aspachs Bracons
Departamento de Economía Europea, Área de Estudios y Análisis Económico, "la Caixa"

El consumo privado, pilar de la economía



Si algo caracteriza a las economías avanzadas es la existencia de una amplia clase media.
El estilo de vida de este grupo incluye aspectos como el disfrute de una vivienda, el acceso
a servicios educativos y de sanidad, la posibilidad de beneficiarse de la jubilación,
una vida que combina momentos de ocio (incluyendo periodos vacacionales) con otros
de trabajo, etc. El estilo de vida de la clase media está relacionado con unos determinados
niveles de renta. Un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE) opta por definir como clase media la formada por
aquellos hogares en los que el consumo diario se sitúa como mínimo en 10 dólares
norteamericanos
por persona y día (en paridad de poder de compra). En una familia de
cuatro miembros significaría un umbral de consumo de unos 15.000 dólares anuales.
Efectivamente, una de las características de las clases medias es su elevada propensión
al consumo. Y como las clases medias son el componente mayoritario de los países con
mayor renta, puede afirmarse que el grueso de su consumo mueve la economía. En
la mayor
parte de los países de la OCDE el gasto de consumo privado representa entre
el 50% y el 60% del producto interior bruto anual. Destaca el caso de los Estados Unidos,
en los que el consumo supone más del 70% del producto, mientras que en el otro
extremo se sitúan las economías nórdicas europeas, que no alcanzan el 50%. Está claro
que las decisiones del consumidor son cruciales para la evolución de las economías.
Si hasta hace poco la existencia de una clase media relevante era un privilegio casi exclusivo
de las economías desarrolladas, la realidad está cambiando a pasos acelerados.
En las últimas dos décadas hemos asistido a la aparición de un nuevo contingente de
clases medias en las economías emergentes. De acuerdo con las previsiones de la
OCDE, en 2020 dos terceras partes de las clase media vivirá en zonas distintas de
Norteamérica
y Europa. Estos 2.200 millones de personas serán responsables del 54%
del consumo total de la clase media mundial. En definitiva, se trata de un cambio de
panorama de enorme calado, ya que por primera vez desde la Revolución Industrial, el
grueso del consumo mundial se habrá desplazado de Occidente a Oriente, tanto en
número de consumidores como en capacidad de gasto.
Por el contrario, en los países avanzados las perspectivas de la evolución del gasto de
consumo privado son algo sombrías. La crisis y la recesión han puesto al descubierto
los excesos de la expansión económica previa, y entre estos destaca un cierto exceso de
consumo. La alegría gastadora surgió de la buena marcha en general de la economía y
del empleo, pero también de unas condiciones financieras laxas y de una generosa liquidez.
Algunos estudios señalan el vínculo directo entre el grado de endeudamiento
de las familias y la gravedad de la crisis y el incremento del paro. El elevado consumo
ayuda también a explicar otros desequilibrios que han sufrido algunas economías,
como el déficit de la balanza de pagos corrientes.
¿Habrá que purgar en los próximos años los excesos del pasado? A corto plazo, la resaca
de la crisis se hará notar en el gasto de consumo de los hogares, sobre el que confluyen
diversos factores de contención, como la retirada de estímulos fiscales (subvenciones por
compra de coche, por ejemplo), la lenta mejora del mercado laboral o el bajo nivel de
confianza. La ineludible reducción del endeudamiento de las familias tampoco favorece
una rápida mejora del gasto corriente. A medio plazo, sin embargo, cabe esperar que
el consumo recobre su tradicional papel motor en los países desarrollados. Eso sí, para
que sea sostenible su ritmo debe ser acorde con las posibilidades reales de la economía.

Nuestros problemas económicos necesitan soluciones a largo plazo


Las perspectivas económicas mundiales se han debilitado. El crecimiento está perdiendo impulso en muchas de las economías avanzadas y la incertidumbre alcanzó nuevos récords. Las deudas públicas y privadas desalientan la inversión y el consumo. Los mercados financieros se han vuelto cada vez más turbulentos. Las agencias de calificación han sobreactuado para compensar por su rol en la crisis, lo que se suma a la presión a la baja.
Los gobiernos están atrapados en un círculo vicioso. Son obligados por los mercados a tomar medidas de reacción a corto plazo casi todas las semanas. Pero nunca es suficiente para los mercados. Por lo tanto, siempre es necesaria otra ronda de anuncios, otra reunión de ministros del G-20, otra cumbre.
Aquí hay una lección: las acciones de emergencia y a corto plazo que no se perciben como parte de una estrategia a mediano plazo sólo conseguirán un alivio a corto plazo. Las autoridades pueden romper este círculo perverso, pero deben tomar la iniciativa, en lugar de simplemente reaccionar al compás de los mercados.
Primero, superar el problema de la deuda. Algunas estrategias nacionales de consolidación fiscal pueden llevar una generación parra implementarse. La consolidación es demasiado importante como para verla sólo como una respuesta de emergencia. Algunos países ya se han embarcado en un camino de consolidación antes que otros. Pero la mayoría de las economías de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) deben hacerlo lo antes posible. Y deben hacerlo dentro de un marco creíble y claramente articulado. El debate reciente sobre el límite de deuda en EE.UU. muestra cuan crucial es este punto.
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La nueva propuesta franco-germana para fortalecer el gobierno de la zona euro y hablar con una voz es bienvenida. Eso claramente ha faltado. Pero aún más importante es el llamado de la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolas Sarkozy a que el compromiso a mantener presupuestos balanceados a mediano plazo debería convertirse en una obligación legal en los países de la zona euro. Regulaciones e instituciones nacionales más saludables junto con reglas y disciplina más firmes en la Unión Europea reducirán la necesidad de usar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que se estableció el año pasado para emitir deuda garantizada para países miembros que no pueden pedir prestado en los mercados.
Sin embargo, el tamaño de este fondo debería ser aumentado —hasta 1 billón (millón de millones) de euros desde los actuales 440.000 millones de euros— para enviar una señal clara de que los gobiernos entienden la magnitud del problema y tienen las municiones y la voluntad para enfrentarlo. De esta forma, se pone en práctica una estrategia a dos puntas: crear una gran red de contingencia y a la vez hacer todos los esfuerzos para asegurarse de que nunca sea necesario usarla.
El Banco Central Europeo por ahora debería seguir teniendo un rol clave en la contención de crisis, al menos como comprador de último recurso de deuda soberana. Pero debemos considerar un mayor involucramiento de los acreedores del sector privado para solucionar los problemas de deuda de algunos países europeos, para que los recursos de los contribuyentes financien las perspectivas de crecimiento de los países con problemas en lugar de que se los use para pagarles a sus propios acreedores privados.
Considerando estas débiles perspectivas, los bancos centrales deberían posponer o incluso revertir sus planes previos de endurecimiento de políticas. La señal de la Reserva Federal de EE.UU. que prevé que las tasas se mantengan excepcionalmente bajas durante otros dos años es muy contundente.
Dado que las arcas estatales están vacías en la mayoría de los casos, los gobiernos deben apelar a lo estructural. Las reformas a los mercados de producción y trabajo deberían ser un foco primario de la estrategia a largo plazo para restaurar el crecimiento sostenido. Esto creará empleos y ayudará a reducir la deuda.
Los gobiernos también deberían apelar a lo social, y concentrarse en políticas para ayudar a quienes se volvieron más vulnerables debido a la crisis. La urgencia de esto es evidente en las calles de una cantidad creciente de ciudades en países con distinto niveles de desarrollo. Los beneficios por desempleo o las medidas que apunta a crear empleo deberían ser fortalecidos, tanto para reducir el malestar como para estimular la demanda. La ayuda a hogares con exceso de endeudamiento y a quienes tiene hipotecas más altas que el valor de mercado actual de su propiedad también debe ser más efectivas. Darle a la gente esperanza y un propósito común no sólo es crucial para que se involucren sino también para crear el consenso necesario para apoyar las reformas.
Cuando la crisis financiera estalló, las autoridades enfrentaron el desafío al aumentar la cooperación internacional para evitar una segunda Gran Depresión. Pero ahora la amenaza es una Gran Regresión si no mostramos la misma determinación, tanto en casa como a través de las fronteras.
El G-20 ha estado desarrollando un mecanismo para los compromisos de políticas y la coordinación internacional, el Marco para un Crecimiento Sólido, Sostenible y Balanceado. Llegó la hora de transformarlo en una herramienta real de políticas para poner a la economía mundial en un camino de crecimiento inclusivo al solucionar, entre otros temas, los desequilibrios de cuenta corriente y flujos de capital a escala global.
Jonas Salk, quien descubrió la vacuna contra el polio, solía decir: "La pregunta más importante que nos debemos hacer es: '¿estamos siendo buenos ancestros?'". Si miramos a largo plazo, quizás podamos contestar "sí".
—Gurría es secretario general de la OCDE.