España queda en primera línea tras la casi segura insolvencia de Portugal
José Sócrates se enfrenta este jueves a una moción de censura de la izquierda radical
José Alves-Lisboa.– Aníbal Cavaco Silva, que el 23 de enero fue reelegido por otros cinco años con un 53,1% de apoyo popular, pero también con un 57,8% de abstenciones y de votos en blanco, ha comenzado su segundo mandato presidencial en Portugal, donde tendrá ciertamente un papel más intervencionista que en el primero. No sólo porque lleva ya tiempo enfrentado al líder socialista José Sócrates, al frente de un gobierno minoritario y muy deteriorado, sino también porque el país vive en un clima de infarto. La Asamblea de la República debate este jueves una moción de censura presentada por la izquierda radical; la economía nacional está a punto de recaer en la recesión; y, sobre todo, los tipos de la deuda pública lusa a 2, 5 y 10 años alcanzan niveles récords en los mercados, por encima del 7,5% real.
La impresión general es que las dos próximas semanas y media serán decisivas para Portugal. El primer ministro Sócrates insiste en que su país hace todo lo necesario para solucionar sus problemas sin tener que ponerse bajo la tutela del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero todo dependerá de lo que decidan sus homólogos europeos en la reunión del Eurogrupo este viernes y en la cumbre de la UE27 los póximos 24y 25 de marzo.
En la mañana del miércoles, solo horas antes de la segunda investidura de Cavaco Silva, Portugal tuvo que someterse al escrutinio del mercado de la deuda, para colocar 1.000 millones de euros a 2 años. Y aunque la demanda aun superó en 1,6 veces la oferta, para que la operación tuviera "éxito" el Tesoro luso tuvo de pagar una tasa media de interés del 5,993%, ligeramente inferior a la del mercado (6,451%), pero que es casi un 50% más elevada de que la que pagó en la última operación del mismo tipo realizada en Setiembre del 2010. El veredicto de los inversores fue muy claro: tras la subasta, el precio de la deuda a 5 y a 10 años alcanzó en los mercados unos registros históricos del 7,8% y del 7,6%, que según confesó el Secretario de Estado del Tesoro Carlos Costa Pino sólo son asumibles por el país a muy corto plazo.
Lo que más llama la atención de los expertos es que la deuda lusa a 5 años es ya más cara que la de 10 años. Y sólo tienen una explicación lógica: la inversión de la curva de riesgo tradicional refleja sobre todo el deterioro del grado de confianza de los inversores internacionales, cuyas proyecciones anticipan el riesgo eventual de la insolvencia de Portugal. Y lo mismo pasa con la deuda a 2 años: si la subasta del miércoles registró un éxito relativo, no fue sólo por el alto precio que Portugal tuvo de pagar, sino también porque los riesgos de insolvencia están cubiertos por el actual FEES, hasta por lo menos finales del 2013, que es cuando entrará en escena el futuro Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), que ya no será un fondo de ayuda transitorio sino permanente, pero cuyas reglas y medios (500.000 millones de euros) están todavía en el aire.
Efecto contagio
Además del supuesto "riesgo de contagio", considerando que cuando Portugal caiga bajo la tutela del FEEF y del FMI, la mirada de los "especuladores" sólo podrá centrarse aún más sobre la ya igualmente muy presionada deuda española, lo que tendría también de preocupar mucho a España es su alto grado de exposición a la deuda portuguesa. Así, según los últimos datos del Banco de Pagos Internacionales (BPI) referentes a 2010, España ya tenia entonces unos niveles de riesgo en el país vecino de 98.300 millones de dólares, por encima de los que tienen Francia (48.500 millones), Alemania (44.300 millones), Estados Unidos (35.600 millones), Gran Bretaña (29.000 millones) y los restantes países de la zona euro (21.200 millones).
Otro dato importante, es que la parte más importante de la exposición española se concentra en el sector privado (62.700 millones de dólares), que es el resultado de la fuerte integración de ambas economías ibéricas, pero que en las circunstancias actuales constituye un riesgo añadido para España: según todos los indicios, la economía portuguesa está a punto de recaer en recesión, con que se multiplicaran inevitablemente los riesgos de impago de las empresas lusas. Con Francia y Alemania, por ejemplo, pasa todo lo contrario: su exposición a Portugal está más diversificada u más concentrada en el sector financiero y en la deuda pública.
En todo o caso, el mejor aliado de Sócrates en las cumbres europeas del viernes (zona euro) y la del 24/25 de marzo (UE 27), será ciertamente su "buen amigo" José Luis Rodríguez Zapatero, que comparte sus mismas preocupaciones relacionadas con la flexibilización del FEEF, el futuro MEF, la renegociación de las deudas griega e irlandesa y las condiciones del "pacto global" que Ángela Merkel y Nicolas Sarkozy pondrán encima de la mesa, sobre el refuerzo del "gobierno económico" de la UE, el pacto de competitividad, la disciplina presupuestaria, etc.. Pero lo más urgente para Sócrates, que ya habló del tema con la canciller alemana, es que la UE se ponga de acuerdo sobre la concesión de préstamos a los países miembros para operaciones "buy back" (compra de deuda nacional), para aliviar así la fuerte presión actual de los mercados.
Mientras tanto, el primer ministro portugués sigue proclamando que llamar a la puerta del FMI y del FEEF solo tendría efectos negativos para el país y para la población portuguesa, poniendo como ejemplo Grecia e Irlanda, cuyas deudas a 10 años sólo encuentran compradores a tasas de interés situadas por encima del 12% y del 9%, respectivamente. Sócrates insiste también en que lo que está en juego actualmente es el "prestigio" y la "dignidad" nacionales. "Portugal no puede presentarse ante el mundo como un país que no puede solucionar sus problemas sin pedir ayuda externa". Sin embargo, no serán ciertamente estas manifestaciones de "orgullo nacional" que harán rebajar la presión de los mercados, que al final siempre tienen razón, aunque sea contra dirigentes políticos tan "testarudos" como el líder socialista portugués.
La impresión general es que el tiempo juega en contra de Sócrates, y ya no sólo en los mercados de la deuda y ante los "socios" europeos. Lo mismo pasa a nivel interno: aunque opten por la abstención, impidiendo así el éxito de la moción de censura presentada por el Bloco de Esquerda (BE) y que tendrá también el apoyo de los comunistas (PCP), tanto el centro derecha (PSD) como la derecha (CDS/PP) esperan a que el Gobierno socialista minoritario se ponga de rodillas ante el FMI y el FEEF para reclamar elecciones anticipadas. Y cuentan para ello con un aliado de peso: aunque defienda la "estabilidad política", Cavaco Silva lleva tiempo enfrentado al primer ministro socialista, y cuando llegue el momento oportuno será sensible a las presiones de su partido (PSD) y del CDS/PP para que utilice la "bomba atómica" que vuelve a tener desde ayer en sus manos, que es el poder de disolución del Parlamento.