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Estamos viendo como desde hace unos meses el Banco Central Europeo (BCE) está dedicándose a comprar deuda pública de países europeos con problemas para financiar sus cuentas públicas. Muchos aceptan y ven adecuadas este tipo de medidas por la buena acogida que tiene siempre una política monetaria expansiva en el corto plazo: aumenta la liquidez (con ello incentiva la actividad y por tanto el empleo), y además en este caso alivia el problema del sector público para buscar financiación en el mercado.
Pero no debemos de olvidar los efectos negativos que pueden tener este tipo de medidas en ellargo plazo. Una cuasi monetización de deuda pública, al aumentar la liquidez, lleva de la mano a la inflación y ésta va en contra del objetivo prioritario de la autoridad máxima europea en materia de precios. ¿Cómo es posible que una entidad que busca un objetivo como la estabilidad de precios establezca medidas que vayan en contra de su consecución?
Pues me parece que esto es posible porque a los dirigentes europeos empieza a convencerles la idea de que la estabilidad de precios en realidad no debe ser un objetivo primario, aunque si haya que tenerlo en cuenta. La monetización de los agujeros públicos profundos es una gratificante salida para quien anda endeudado hasta las trancas, aunque suponga un agravio para quien disponga de liquidez. Como la liquidez brilla en los mercados por su ausencia (aunque los tipos de interés estén bajos, trampa de la liquidez), parece que una acción de este tipo trae más ventajas que desventajas para el conjunto de la UE.
Además a EEUU le está saliendo bien la aplicación de esta estrategia, por ahora. Pero claro, no podemos comparar nuestra divisa con la yanqui porque no estamos al mismo nivel. En dólar se negocian y se liquidan la gran mayoría de las transacciones del mundo y ello conlleva una demanda que el euro todavía no es capaz de alcanzar.
Dicho esto, analicemos bien lo que supone la aparición en escena de la inflación: una elevada inflación crea incertidumbre y elimina en parte la preferencia por la liquidez, pues con una alta depreciación del dinero a nadie le gusta tenerlo en la mano. Pero, ¿está apareciendo inflación en Europa? Por ahora parece que no, lo que nos indica que el tamaño de la monetización todavía no es lo suficientemente importante como para trasladar al mercado una liquidez excesiva.
¿Podría llegar esta situación? Pues sí, podría. Claro que para que ello ocurriese el agujero a tapar tendría que ser muy grande, y en realidad lo es. Si tapásemos el agujero de golpe, seguro que notaríamos la inflación en seguida. Pero si se tapa sosteniblemente, como está intentando Trichet, creo que se lograrían acotar los problemas de inflación de manera positiva consiguiendo a la vez aliviar a los estados peligrosamente endeudados.
Si nos fijamos en las ultimas señales que muestran el BCE y los datos de inflación podemos hacernos una idea de por dónde quieren tirar los dirigentes de la política monetaria. Ayer se publicaron los datos de inflación para la zona euro y hoy se conoce que el BCE no ha realizado ninguna compra de bonos soberanos durante la semana pasada.
El dato de inflación para enero fue del 2,4%, una subida de dos puntos respecto a diciembre (2,2%). Nos alejamos así del objetivo que la autoridad monetaria hasta ahora ha mantenido: sostener la inflación en torno al 2%. Por culpa de este dato parece que el BCE ha tomando manos en el asunto y como he comentado anteriormente no ha comprado nada de deuda durante la semana pasada. Esto es una pequeña señal hacia la no monetización, pero vamos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos en los próximos meses. Yo opino que debemos dejar de lado un poco la inflación como ayuda a los países endeudados, aunque no creo que el BCE siga mi recomendación.
Si continuase la ayuda no debemos olvidarnos de sus consecuencias reales: todos podemos acabar pagando un posible problema de inflación derivado de la irresponsabilidad de un sector financiero que ha salido ileso o incluso reforzado de la crisis, y los culpables de todo siguen sin tener cara todavía. ¿Es justo? Seguramente no, pero por lo menos estaríamos en el tren de salida de la crisis, que es de lo que se trata.
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