viernes, 1 de abril de 2011

La persistente caída del empleo induce una retracción del consumo que, acto seguido, genera más desocupación

El círculo puede ser seráfico o maldito: ahora mismo, discurre por la segunda posibilidad. La persistente caída del empleo induce una retracción del consumo que, acto seguido, genera más desocupación y empuja la desconfianza que frena el consumo un poco más. Semeja, en cierta medida, el viejo dilema de si fue antes el huevo o la gallina, con la clara conclusión de que en el fondo da un poco igual. Importa la realidad.

La falta de noticias positivas, junto a la abundancia de negativas, ha vuelto a ser pauta una semana más. Algunas pueden sonar inevitables, aunque lejos de derivar de catástrofes naturales, pero otras suenan dificiles de justificar e inciden directamente en ese factor confianza que no logra remontar. Un ejemplo: en pleno debate sobre el déficit tarifario y la conveniencia de primar o no y en qué cuantía la producción de energías renovables, la Comisión Nacional de la Energía (CNE) pone en duda que alrededor de 350 instalaciones sean merecedoras de subvención. O, cambiando de plano, los avatares vividos en torno al frustrado Banco Base que, tras varios meses de fusión de cuatro cajas, fría pero fusión a fin de cuentas, tres deciden repudiar a la cuarta, Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) porque sus cuentas son peores de lo que pensaban. Todo, rebasado el límite marcado por el Banco de España para que las necesitadas de aportación de fondos del Frob cuantificaran sus necesidades.

También se ha oído esta semana que el paro no va a bajar del 20 por 100 este año y probablemente tampoco en 2012, que la economia española va a crecer menos de lo previsto, que va a ser difícil cumplir el ajuste prometido, que la inversión continuará en negativo... a qué seguir.

La Comisión Europea, por su parte, ha mostrado esta semana dos caras de la misma moneda: la confianza de consumidores y empresarios y la tasa de paro en la Unión. ¿Dónde cayó la primera? En los mismos países en que subió la segunda. El Indicador de Sentimiento Económico (ISE) retrocedió en marzo en la zona euro porque cayó en Grecia, Portugal, Irlanda, Bélgica y España. Los cinco únicos países en que tasa de paro de febrero fue superior a la del mismo mes del año anterior. Es cierto que existen detractores de los indicadores de confianza. Argumentan que sus resultados son más el reflejo de una frustracción que una visión objetiva de la realidad. Pero la causa pierde importancia frente al efecto que introducen en la espiral señalada.

Otro dato, en cierta medida de doble lectura, ha sido conocer que la tasa de ahorro de los españoles se redujo en 2010 respecto a la mantenida en 2009. En parte, deriva de otro indicador conocido: la renta disponible cayó de forma apreciable, pero no parece que guarde correspondencia con un renacer del consumo que no aparece por ningún lugar.

La realidad es que apenas se venden pisos, cada vez menos coches, se viaja menos, incluso se hace menos turismo rural (más económico) mientras los socios de la eurozona crean empleo, ven repuntar el consumo y están empezando a viajar de nuevo. Tiene de positivo que permite mejorar las cifras españolas del sector turístico y de aquellos sectores y empresas con capacidad de exportar, pero siendo bueno no es suficiente y volver virtuoso el círculo hoy maldito debería ser prioridad esencial y compartida... pero sigue sin aparecer.

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