IÑAKI CASTRO | BRUSELAS.
David Cameron acudió a la cumbre del domingo en Bruselas con un regalo para Giulia, la recién nacida de Nicolas Sarkozy. El premier británico, en un signo de la estrecha relación que mantiene con el líder francés, le entregó una mantita rosa elaborada en su condado de Oxfordshire. Pese al elocuente detalle, el líder galo tuvo una bronca antológica con su homólogo que todavía resuena en la capital comunitaria. «Has perdido una buena oportunidad para callarte», le llegó a espetar Sarkozy por sus críticas contra la zona euro.
La disputa estalló al final del cónclave. Según desvelaban ayer distintos medios británicos y franceses, Cameron tomó la palabra para reclamar mayor poder de decisión para los diez países que no pertenecen al euro. Pidió que puedan participar en los encuentros de sus homólogos porque sus problemas les afectan directamente. Al igual que ocurrió el domingo, los socios del euro se reúnen siempre por separado e incluso cuando aceptan visitas -el secretario del Tesoro de Estados lo fue en septiembre- a la hora de las deliberaciones tienen que dejar la sala.
Después de escuchar a Cameron, con el que ha liderado la misión militar en Libia, Sarkozy no se contuvo. Tras recomendarle que mejor haber estado callado, le echó en cara sus continuos reproches y los de su ministro de Hacienda, George Osborne, por la gestión de la crisis de la deuda soberana. «Estamos hartos de vuestras críticas y de que nos digáis lo que tenemos que hacer. Tú has dicho que detestas el euro y ahora quieres interferir en nuestras reuniones», estalló el líder galo.
La bronca, según The Guardian, retrasó dos horas el final de la cumbre. La disputa se cerró con una decisión salomónica. Cameron, que había suspendido su viaje de esta semana a Japón y Nueva Zelanda, logró que mañana también se convoque una cumbre extraordinaria de los Veintisiete. Aunque en principio sólo estaba prevista una de la zona euro para anunciar el plan global anticrisis, antes se celebrará un encuentro de todos los presidentes en los que se analizarán los acuerdos adoptados. Eso sí, tras las explicaciones, los integrantes de la moneda única se sentarán solos a la mesa y presentarán definitivamente sus propuestas.
Cameron habló el domingo en representación de Reino Unido, pero otros socios como Suecia y Polonia también han censurado su pérdida de influencia. De los tres países sólo los polacos tienen previsto unirse al euro, probablemente en 2015. Los británicos, como Dinamarca, están exentos de la obligación que reina en la UE de integrarse en la moneda única. Los suecos lo intentaron en 2003, pero los votantes lo rechazaron en un referéndum y la cuestión no está como para reabrirse.
La crisis, sin embargo, sí que ha abierto una brecha profunda en la UE. Presionados por las circunstancias, los socios del euro avanzan a una velocidad vertiginosa en su convergencia si se compara con el resto. De hecho, en la cita del domingo Alemania logró que se ponga en marcha una nueva reforma de los tratados europeos para que se endurezca la disciplina fiscal. Este paso, que empezará a concretarse en diciembre, fue el verdadero detonante que llevó a Cameron a quejarse. Los Veintisiete acordaron que un cambio de este calado se pactará entre todos y no sólo en el club del euro.
Pese a los esfuerzos por mantenerse unidos, hay detalles que lo dicen todo. Desde el domingo, Herman Van Rompuy no sólo es presidente del Consejo Europeo que representa a los 27, sino también del Eurogrupo. Con la confirmación de su nombramiento, se consagraron a su vez las cumbres exclusivas de la moneda única, lo que crea un poder paralelo dentro de la UE. Al menos, los Veintisiete reafirmaron su intención de mantener la «coherencia» y trabajar juntos con «pleno respeto» a la integridad del bloque.
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