Bancos y cajas poseen cientos de miles de viviendas, y por si fuera poco, mantienen a millones de consumidores encadenados a unas hipotecas que no han dejado de ser abusivas. La banca es quien manda, nos guste o no. Y ejerce su poder imponiendo sus condiciones. Hoy en día, para acceder a un préstamo hipotecario, ya no es suficiente con tener una nómina impecable, paciencia para soportar ser expoliado por unas cláusulas leoninas y entereza para vivir con austeridad durante años. También hace falta que el piso que queramos adquirir sea propiedad del banco. Las entidades cierran el grifo cuando la vivienda que nos interesa no es suya, ofreciendo muchas más facilidades en caso contrario.
Y ni siquiera podemos refugiarnos en una eventual bajada de los precios. El coste del metro cuadrado de la vivienda libre hace un año (1865,7 €) era tan sólo 40 euros más caro que el actual (1825,5 €). Según el índice de precios elaborado por The Economist, el precio de los pisos en España está un 43,7% por encima de su valor real, pese a los ajustes sufridos a causa de la crisis que han lastrado la compraventa de vivienda en los últimos tres años. Para el semanario británico, el precio de la vivienda en nuestro país no sólo no se ha contraído, sino que se ha disparado un 157%.
Esto sucede porque los propietarios no están dispuestos a asumir la pérdida de valor real de las viviendas y esperan a que los precios suban otra vez. Los bancos, naturalmente, hacen lo mismo con sus pisos.
Y es que alguien nos ha vendido una 'oleada de gangas inmobiliarias' de la banca que no existe en realidad. Según un estudio realizado por el portal idealista.com, en los pisos con un precio superior a los 200.000 euros, las ofertas provinientes de las entidades son de media un 4% más caras que las de los particulares y un 12% más que las de las agencias inmobiliarias.
Para la banca, la gestión de los activos inmobiliarios tampoco está siendo un camino de rosas. Para empezar, no es un mercado que conozcan, y además tienen que desarrollar el negocio en plena crisis. Esto redunda en perjuicio de todos: las entidades -que se lo han buscado- y los consumidores, que son, como siempre, el chivo expiatorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario