El triunfo de la mentira, de los silencios rentables, de los trajes sin factura, de los EREs sin trabajadores, de los créditos sin garantías, de las hipotecas estadounidenses a los homeless. El engaño de creerse rico, de pensar que me han dado mucho por mi piso para endeudarme muchísimo para comprar otro aún más caro. ¿Rico?
Los políticos no se cansan de engañar y ahora se llevan sus miserias en bolsas de plástico por la puerta de atrás. Empleados públicos pagados por todos, privilegiados por todos que no nos dicen lo que deben y que solo buscan engañarnos. Lo peor es que casi todos nosotros pedimos que nos engañen. Servicios sociales de país de ricos, ley de Dependencia con salarios incluidos por cuidar a la yaya y ahora, claro, que si el gasto es mucho mayor al previsto y el agujero no aguanta más maquillaje.
País mediano y medio rico, exportando los trenes más veloces del mundo que irán a zonas deshabitadas y con los túneles para coches más largos y profundos. También legión de amiguetes para que me aplaudan y voten junto con familiares y allegados. Embajadas del nacionalismo para vender más a una parroquia atónita que en los países donde se instala. Engaño de la riqueza.
Ayer se conocía, tal vez junto con los EREs de Andalucía uno de los engaños más estructurados. Tal como decía la mitología, en el reino de Hades la muerte no es total, sobre todo si la familia (unas 4.500, de momento) cobraban la pensión de la papá o la mamá funcionaria. Y para que no todo toque al sur, los admirados alemanes se inventan (engañan) con pepinos y brotes la falta de higiene de su cadena alimentaria y sus estrictísimos controles.
El sistema financiero no ha hecho otra cosa que engañar. Engañar a los clientes diciéndoles que su casa valía más de la realidad y también dándoles más dinero que el que su sueldo podía aguantar. Mentirijillas entre colegas sobre cómo crece la inversión crediticia: ¡Oh, las cajas han llegado a ser la mitad del mercado financiero! Puede que acaben siendo mitad de cuarto.
Ilusiones de la sofisticada ingeniería financiera por la que el riesgo se iba diluyendo entre tantos que nadie se quedaba con el riesgo. Otro engaño que permitía dar créditos a insolventes porque al final se convertían en bonos que acaban en el éter, esa especie de materia oscura que inventaron los griegos muy parecida a la del engaño de los actuales científicos que explican todo y nada a la vez.
También los bancos centrales se engañaron y nos engañaron. La estrategia del recordado Greenspan consistía en bajar los tipos en cuanto se atisbaba cualquier problema. Parches y más parches, engaños para no enfrentarse a otros desequilibrios. Gasolina para la economía que acabó estallando. Mas sencilla explicación de la crisis, de acuerdo con los acontecimientos que vamos conociendo día a día, no la hay. ¿O tal vez me engaño o les engaño?
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