El día después de imputación,
la tormenta arrecia,
es el fiscal general del Estado;
pero en el eco desde Belgica,
no es su nombre el que se cita,
sino el de Ayuso, es el nombre gritado.
Desde Bruselas, Pedro,
lanza su voz,
no pide la caída de García Ortiz,
sino la de la presidenta de Madrid,
cambiando las tornas,
como quien juega con sombras,
en el ajedrez de la política,
donde las piezas,
no caen por azar.
La mayoría en el Consejo Fiscal,
con el peso de la ley en sus manos,
exige de su jefe la dimisión,
mientras Sánchez, con furia disfrazada,
se aferra al relato de Ayuso y su entorno,
mezclando mascarillas y culpas,
tejiendo una red pensada,
para el solo escapar.
Mas el eco de las mascarillas resuena,
en las entrañas del Gobierno que él mismo maneja,
donde millones fluyeron en contratos opacos,
un festín de cifras y rostros escondidos,
que la UCO desenreda en archivos olvidados.
«La presidenta dimitir debe»,
repite el presidente,
como un mantra,
que cubre las huellas
de un fiscal refugiado en torre,
que se aferra a la defensa de su deber,
de perseguir al delincuente,
aunque la sombra de la filtración
se alza sobre él como anfitrión
Periodistas con secretos,
amparados por la Constitución,
guardan bajo llave las fuentes de la verdad,
mientras en el aire flota la duda,
y las treinta manos que rozaron el correo,
mantienen viva la llama del misterio.
En este tablero,
donde verdad y mentira, es confuso,
quién caerá primero,
es solo cuestión de tiempo,
y el ajedrez del poder sigue su curso,
hasta que el último madero,
por la justicia ó el destino vaya al agujero.
Y en Barajas, las sombras se alargan,
cuarenta maletas, repletas,
¿de oro, dólares y ropa?,
descargadas con sigilo,
del aterrizaje que Pedro autorizó,
sin un destino claro,
desaparecen en la niebla,
del silencio institucional.
¿Qué mano las guió?
¿Qué puerta se abrió?
¿Qué vehículo equipaje cargó?
Las cuarenta maletas,
fantasmas de la corrupción,
pesan más que cualquier acusación,
más que cualquier palabra lanzada,
con furia desde el facistol,
por Zapatero, Ábalos ó Perez-Castejón.
Mientras tanto, Ayuso se mantiene firme,
en la tormenta de acusaciones,
y el presidente insiste,
pero esas maletas serán
la sombra de otra verdad,
que jamás se contará.
Periodistas y secretos,
bajo la ley cifrados,
mientras las maletas del misterio,
se disuelven en el aire,
y el oro, como el poder,
cambia de manos, desaparecer.
¿Quién guarda en su cofre el oro?
¿Quién mueve los dólares por lo oscuro?
El ajedrez sigue su curso,
y en cada jugada, caen las piezas,
pero las maletas,
esas cuarenta,
son las que nunca veremos,
desaparecidas en el limbo,
del poder y la corrupción.
En este tablero de madera y sombras,
donde la verdad y la mentira,
juegan su partida,
las piezas se mueven al ritmo:
-De un tirano con poder comprado,
con amnistía para el "Proces" y los fugados;
mintiendo al electorado.
-Y de un fugado y otros mamando.
Dice que se le ve con cuernos y rabo.
Y sí, se le ve cabrón.
Calumnia a Ayuso,
(con todo por la justicia archivado),
en Bruselas y en el Congreso,
cuando es su mujer y su hermano,
más el Fiscal General del Estado,
por él nombrado,
los imputados.
¿Será Ortiz quien dé el primer paso,
o Sánchez, quien se enfrente al abismo?
¿O Ayuso, en un enroque, de el giro,
cambiando la historia de su lado?
En el eco frío del tribunal que truena,
un voto disidente, cual sombra en la arena,
clama justicia, donde reina el poder,
y entre las letras, la duda empieza a nacer.
El Tribunal Superior de Madrid ha dictado,
por unanimidad, el caso rechazado:
la querella de Sánchez contra el juez Peinado
ha sido desechada, el telón ha bajado.
Pero Jesús María, con pluma de hierro afilada,
entre líneas advierte la querella errada.
Dice, con voz firme y sin titubeo:
Abuso y mala fé procesal, Sánchez empleó.
Uno de tres miembros, con mirada severa,
sostiene que tal vez Sánchez, en su carrera,
actuó con "mala fe", torciendo el sendero,
contra el magistrado, sin tino ni esmero.
Así, el viento arrastra palabras al vacío,
donde el tribunal enfrenta su desafío,
y en el silencio que sigue al dictamen crudo,
el eco de la verdad busca su nudo.
Entre mascarillas, maletas y políticos,
la verdad se enreda en hilos de poder,
mientras Sánchez, en su obsesión,
quiere ver a Ayuso caer.
Cada movimiento,
marca su tiempo,
un jaque al destino,
que mira desde lo alto,
esperando el jaque mate final,
cuando la última ficha caiga,
y la justicia,
como la reina olvidada,
reclame en el tablero su lugar.
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