martes, 7 de junio de 2011

Nuevo retoque a la deducción por obras de mejora en la vivienda.

Medidas tributarias del Real Decreto-ley 5/2011

Cuando ha pasado poco más de un año desde que se implantó, la deducción por obras de mejora en la vivienda, ya se modifica.
Recordamos que esta nueva deducción entró en vigor para cantidades satisfechas a partir del 14 de abril de 2010, teniendo vigencia limitada hasta el 31 de diciembre de 2012.

Los cambios han sido los siguientes:

· Objeto de la deducción: además de las obras de mejora en la vivienda habitual, también se puede aplicar por obras en todo tipo de viviendas. Abarcará, por lo tanto las realizadas en vivienda alquilada, en segundas residencias o en elementos comunes de las fincas donde se ubican. No es aplicable, como antes, a obras en inmuebles afectos a actividades ni en garajes, piscinas, jardines, etc.

· Base de deducción: la base de deducción máxima anual por contribuyente pasa de 4.000 a 6.750 euros y la base máxima acumulada por vivienda en todos los años pasa de 12.000 a 20.000 euros.

· Porcentaje de deducción: se incrementa del 10 al 20%.

· Los límites de la base de deducción según la base imponible del contribuyente pasan de
33.007,20 euros a 53.007,20 euros el inferior y de 53.0007,20 euros a 71.007,20 el superior. De tal forma que habrá deducción plena para bases imponibles de hasta 53.000,20 euros y
decreciente hasta llegar a una base imponible de 71.007,20 euros anuales.

· Régimen transitorio: sobre las cantidades satisfechas antes de la entrada en vigor (hasta el 6 de mayo de 2011) se aplicará la deducción en los términos de la redacción anterior y, sobre las
cantidades satisfechas a partir del 7 de mayo de 2011, se aplicará la deducción conforme a la
nueva redacción, sin que la base anual por contribuyente o la base total de deducción pueda, en ningún caso, superar los nuevos límites.

"La crisis tiene solución; Berlín la complica"

Brillante economista y observador de la eurozona y sus desvelos, el profesor Paul De Grauwe (Ukkel, Bélgica, 1946) carga contra los errores de bulto de Europa, y en particular de Alemania, en la gestión de la crisis, de la que salva un nombre: Jean-Claude Trichet. De Grauwe atiende a EL PAÍS en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y deja en el periodista la sensación de haber escuchado uno de los discursos más sensatos sobre la historia interminable de la crisis europea.
"España es una suerte de línea roja para Europa que no se puede traspasar"
Pregunta. ¿A qué atribuye el estigma que se asocia a las reestructuraciones de deuda?
Respuesta. Ese es un tabú en muchos países avanzados y en el BCE, a pesar de las experiencias de los años noventa en América Latina y Asia, o precisamente por eso: se relaciona con países del Segundo o del Tercer Mundo. Pero en el caso de Grecia es inevitable: el país no puede pagar. Simplemente no puede. Es imposible.
P. ¿A qué espera la eurozona?
R. No sé, pero esperar y ver solo complica las cosas. Va a haber reestructuración, y hay fórmulas para minimizar su impacto: hay problemas por el efecto dominó en otros países y por las pérdidas en la banca.
P. ¿Cómo evitarlos?
R. El mecanismo de rescate (EFSF) debería emitir eurobonos y canjearlos por deuda griega con una quita similar a la que ya se ve en el mercado. Una reestructuración ordenada consiste en idear fórmulas para que la banca pueda amortiguar el golpe y para que los países más solventes no salgan perjudicados. En fin: hay que dar de una vez una solución definitiva. A la vista del fracaso de los rescates, Europa no puede seguir a base de parches. Si después de unas elecciones en Finlandia o en cualquier lado alguien decide retirar su apoyo, vendrán más problemas. La solución es el eurobono.
P. Pues va a tener que convencer de eso a Alemania.
R. Desgraciadamente, esta fórmula es inaceptable para Alemania, para Holanda y para otros países. La sola idea de los eurobonos causa escalofríos en Berlín.
P. Otro tabú.
R. La eurozona está plagada de tabúes, pero hay un problema mayor: la inconsistencia de Alemania. Berlín quiere que el sector privado pague parte de la factura desde 2013 y a la vez rechaza una reestructuración inevitable. La crisis tiene solución, pero Alemania parece empeñada en hacerlo difícil: genera incertidumbre, enciende la mecha del contagio con declaraciones desafortunadas.
P. ¿Ve un problema político?
R. Hay una crisis económica en la eurozona; peor aún es la crisis política, la incapacidad de tomar decisiones útiles. Eso es achacable a los líderes. A Alemania. Berlín cuenta una historia tramposa: la de los países pecadores. Tal vez valga para Grecia, pero hace mucho daño a la UE.
P. ¿Qué opina de la oleada de austeridad que recorre Europa?
R. La presión del norte para imponerla, para penalizar a algunos países, traerá consecuencias. La historia muestra que no es lo más inteligente ponerse a recortar el déficit drásticamente en plena recesión. Esa idea de que un sur plagado de pecadores tiene que recibir castigo es una bomba. Es evidente que Grecia tiene que cambiar, que hay que pagar impuestos, que no se puede engañar a Europa. Pero no hay que rebasar algunos límites. Es peligroso.
P. ¿Obligar a Grecia a privatizar es la receta adecuada?
R. Es un error. Vender activos ahora a unos precios de miseria no va a solucionar el déficit y más adelante restará unos ingresos preciosos.
P. ¿Qué le sugiere que algunos países estén atacando al BCE?
R. El BCE ha hecho un estupendo trabajo. Ha sostenido el sistema financiero, a los países con problemas. Trichet se enfrentó a Alemania con la compra de deuda: salvó el euro. Pero las cosas han cambiado. Esa forma histérica de alertar sobre un segundo Lehman Brothers en caso de que Grecia reestructure está desestabilizando los mercados. Son declaraciones irresponsables: Grecia no puede pagar.
P. ¿Y Portugal e Irlanda?
R. De alguna manera, al entrar en una unión monetaria y perder el control sobre el tipo de cambio, la deuda se hace más vulnerable: algunos países europeos se han visto degradados al estatus de economías emergentes. En ese estadio están esos dos países que ahora llaman periféricos. Tienen posibilidades de salir del pozo, pero no con tipos de interés como los que paga su deuda ahora mismo.
P. ¿Y España?
R. Esta no es una crisis española: es una crisis de la eurozona. España tiene su responsabilidad, pero a la vez es víctima de las decisiones de otros: antes y después de la crisis. Si Europa no está dispuesta a ayudar a España (dando de una vez por todas señales claras), va a ser difícil que la crisis deje de sobrevolar Madrid. España ha hecho muchas cosas para evitar un rescate, pero depende de lo que ocurra con Grecia, Irlanda y Portugal, con el nerviosismo de los mercados, con la posibilidad de que vuelvan ciertos movimientos irracionales. Berlín debería tener claro que España es una suerte de línea roja para Europa que no se puede traspasar. -

Elija: bancarrota o rescate

En el mundo perfecto imaginado por Berlín y el resto de líderes europeos, el gigantesco bazoca aprobado hace ya un año -750.000 millones para sofocar el incendio fiscal de la eurozona- era más que suficiente para salvar de la quema a los países con problemas y fulminar a los especuladores, a la manada de lobos que apuestan contra el euro. Pero hay fuegos -y lobos- difíciles de liquidar. El rescate fracasó en Grecia y el contagio hizo caer a Irlanda y Portugal. La siguiente ficha de ese dominó tenía que ser España, pero de momento el juego vuelve a la casilla inicial: los sucesivos y cada vez más duros planes de austeridad de Grecia no detienen la sangría, la deuda sube, la recesión se agrava, la tensión social se dispara ("¡ladrones, ladrones!", gritan a diario miles de personas frente al Parlamento, en la plaza Syntagma) y Atenas necesita al menos un segundo rescate. Más dinero. Aunque tal vez eso no sea suficiente: algo parecido a una suspensión de pagos de la deuda griega gana fuerza en Europa.
Eso sí, con un lenguaje mucho más elegante que el desagradable y tradicional impago, algo familiar en el segundo y tercer mundo, y por lo tanto un perfecto tabú en la vieja Europa. Políticos y economistas hablan de reestructurar, reesquematizar, incluso reperfilar la deuda griega. Al final, pese a las extravagancias lingüísticas, se trata de la misma idea: la imposibilidad de un país de servir al menos una parte de su deuda, y por tanto la ocasión de que el sector privado (en este caso básicamente la banca, que posee la inmensa mayoría de los bonos de los países con problemas) cargue con parte de la factura.
"Grecia no puede pagar. Es imposible, se pongan como se pongan Bruselas, París, Berlín y el Banco Central Europeo", asegura el historiador económico Barry Eichengreen desde Berkeley, California. Exactamente lo mismo, con distinto énfasis, expresa el resto de economistas consultados para este reportaje, además de la práctica totalidad de la gran banca internacional y ese ente amorfo y semidesconocido que solemos llamar mercado, que hace tiempo que descuenta para la deuda de Grecia intereses de derribo; de quiebra. Y exactamente lo contrario sostenían el BCE, el FMI y la Comisión Europea, la troika que evalúa constantemente la situación del país helénico. Hasta hace apenas unos días.
Una reestructuración de la deuda griega "no está sobre la mesa" (Jean-Claude Trichet, presidente del BCE). "Sería catastrófica" (Christine Lagarde, ministra de Finanzas francesa y máxima candidata a dirigir el FMI). "Crearía riesgos potencialmente incalculables" (Jürgen Stark, economista jefe del BCE). Y la opinión definitiva: "Sería un nuevo Lehman Brothers", profetizó hace dos semanas el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Suena extraño, pero Schäuble y Berlín han sido capaces de sostener una tesis y su contraria en función de cálculos puramente políticos: Alemania sugirió en su día la idea de una reestructuraciónsuave, el eufemismo preferido para una suspensión de pagos parcial -ampliando los plazos de devolución o recortando los tipos de interés- que sigue estando estigmatizada en Europa. Después se vio obligada a rechazar esa idea ante la presión del BCE, pero la tormenta ya estaba desatada en los mercados, siempre cómodos en esos arreones. El rumor ha ido ganando verosimilitud en medio de esa cacofonía de voces que es últimamente la eurozona. Hasta el punto de que ya ni siquiera el banco central está en contra de alguna forma de reestructurar en Grecia: "Siempre hemos entendido la participación del sector privado [en la reestructuración de la deuda] como una posibilidad", dijo el jueves el vicepresidente del Eurobanco, Vitor Constancio.
Siempre es una palabra que no debería estar permitida a los hombres, decía Borges. En realidad, el BCE se ha opuesto rotundamente -hasta ahora- a la reestructuración con muy buenas, con excelentes razones: el miedo a que eso abra la puerta a otras reestructuraciones en Irlanda y Portugal, el miedo a los ataques en los mercados a toda la deuda periférica e incluso a la de países como España e Italia, el miedo a que eso aminore la fuerza de los planes de austeridad, el miedo a desestabilizar la banca (y no solo en Francia y Alemania: también en Grecia, Irlanda y Portugal), "pero sobre todo la sospecha de que no es fácil que los bancos asuman pérdidas y el temor a que eso desate una enorme tensión en el mercado de seguros de impago de deuda pública (CDS) y nadie sepa qué puede suceder entonces"; todo eso explica el tono a veces histérico del BCE, explica Eichengreen, firme partidario de una reestructuración ordenada.
Ordenada es la palabra clave, aunque no parece sencillo conseguir ese orden a la hora de reestructurar. "Las autoridades europeas tienen la tentación de posponer lo inevitable con el opio de más fondos públicos para Grecia", advierte Carmen Reinhart, del Peterson Institute, que añade: "Esa resistencia, esa negación de la realidad, no hace más que echar a rodar montaña abajo una bola de nieve: la deuda de Grecia no va a dejar de aumentar y son los bancos griegos quienes más van a sufrir las consecuencias, porque las entidades alemanas y francesas llevan meses reduciendo su exposición al país. Puede que un nuevo rescate calme a los mercados a corto plazo y Europa gane tiempo para posponer una quita que es difícil de explicar y que al final requerirá más dinero público para sostener a los bancos afectados. Pero al final una reestructuración es inevitable, y probablemente no solo en Grecia: Irlanda y Portugal son de nuevo los sospechosos habituales".
Los bancos que concentran la deuda de esos países (las entidades españolas están libres de sospecha en Grecia e Irlanda, pero no en Portugal) son los que pueden sufrir con la reestructuración. Probablemente necesitarán más fondos públicos para evitar problemas: una vez más, esa vieja historia del sector público al rescate. Tomás Baliño, exsubdirector del FMI, avisa de las dobleces de ese argumento que pone el énfasis en que al final el sector privado compartirá las pérdidas: "Ese sector privado son los bancos, y si hay reestructuración las entidades financieras van a necesitar más dinero. Inyectar más fondos públicos en los bancos no va a ser fácil de explicar a los contribuyentes. De ahí el interés por esperar un poco más a que las entidades más expuestas a Grecia, Irlanda y Portugal se rearmen. Aunque también puede que al final no haya una quita y los contribuyentes paguen todos los platos rotos, como tantas otras veces".
Tanto un nuevo rescate como un impago parcial son malas noticias: algo así como escoger entre lo malo y lo peor. Lo más probable es que al final la eurozona y Grecia arbitren una solución combinada: más ayuda para Grecia a cambio de nuevas medidas de austeridad -que incluyen privatizaciones prácticamente forzosas- más un canje voluntario de la deuda griega en manos de la banca por nuevos bonos para prorrogar los vencimientos. En otras palabras: un cóctel de más recortes y reestructuración suave que no dañe a la banca; la falta de consenso en Europa no permite ir más allá en estos momentos. "Pero eso, en definitiva, supone contemporizar una vez más, poner un parche para un boquete serio. La solución definitiva solo puede llegar si Alemania se presta a tomar decisiones difíciles. Y no veo ese liderazgo capaz de trazar una línea en la arena", advierte Ken Rogoff, execonomista jefe del FMI.
Esa es una crítica recurrente en la interminable crisis del euro: la falta de liderazgo. Es una crítica injusta: "Hay un liderazgo claro y está en función de los intereses electorales de Alemania", asegura el economista griego Costas Lapavitsas, que cita ejemplos como el retraso del rescate a Grecia en mayo de 2010 y la situación de indefinición actual, con la canciller Angela Merkel perdiendo peso político en varios länder. En Alemania habrá presidenciales en 2013. Tal vez demasiado tarde; demasiado lejos como para esperar un golpe de mano contundente.
"La tendencia en Europa es siempre la patada hacia delante, consiste en retrasar las soluciones definitivas tanto como sea posible para ganar tiempo. No hay líderes: Alemania sigue desaparecida. Si todo el mundo sabe que Europa necesita más unión política, incluyendo una política fiscal única y la emisión de Eurobonos, Berlín lo único que decreta es esa estrategia de imponer más y más austeridad", ataca Dani Rodrik desde Harvard. En ese sentido, las últimas propuestas para Grecia rayan la humillación: una agencia europea que controle las privatizaciones y la recaudación de impuestos es una acusación velada de incapacidad hacia Atenas. "Condiciones más y más duras agradarán al electorado alemán, pero son económicamente muy destructivas. Las recetas impuestas a Grecia impiden la recuperación de su economía. En realidad, todo esto ha dejado de ser un problema económico para convertirse en un problema político, con intereses enfrentados: Alemania quiere proteger a sus bancos y a sus contribuyentes. Y en esas condiciones, Grecia está condenada a no salir del pozo", avisa el economista Charles Wyplosz, de visita en Madrid esta semana.
Ni uno solo de los expertos consultados lo ve claro. Eichengreen asegura que Alemania parece decidida a nombrar "un general" para poner firmes a Grecia. Lapavitsas sospecha que al final toda la crisis procede de la decisión de la eurozona de evitar a toda costa impactos sobre la banca: "La Unión sacrifica los intereses de los griegos a los intereses de los bancos". Las condiciones del rescate a Grecia son más y más duras: aun así no se atisba la salida del túnel. Lo único que crece en Grecia es la deuda y la tensión social. Hay que conocer la historia para escapar de ella: tras la I Guerra Mundial, un joven economista llamado John Maynard Keynes aseguró que las enormes cargas impuestas a Alemania como compensación por el conflicto podían tener sombrías consecuencias. Hitler acabó ascendiendo al poder tras una época de graves dificultades económicas: uno de sus primeros actos al asumir el poder en enero de 1933 fue declarar que Alemania no pagaría a sus acreedores extranjeros. Eso no es exactamente una reestructuración suave. En fin, la historia no se repite, pero a veces rima. "Y esta vez nos recuerda que estamos jugando con fuego", cierra el historiador Kevin O'Rourke desde Dublín.

La recuperación mundial sigue asentándose


El encarecimiento del petróleo, el seísmo japonés y el recalentamiento de los emergentes ralentizan la recuperación mundial.La economía global sigue avanzando a buen ritmo, aunque los últimos indicadores esbozan un escenario de suave moderación de cara al segundo trimestre. Las principales causas son el encarecimiento del petróleo, el seísmo japonés y el endurecimiento de las políticas monetarias en los países emergentes, que siguen sin conseguir alejar el espectro del sobrecalentamiento. La perspectiva de moderación ya ha sido acusada por los mercados de materias primas, en los que se ha corregido parte del rally iniciado a mediados del pasado año. En los mercados financieros destacan las nuevas turbulencias que afectan a la deuda soberana de la periferia de la eurozona, desatadas por la incertidumbre que rodea la situación de Grecia.
Estados Unidos crece menos de lo esperado pero sigue generando empleo.En Estados Unidos, el crecimiento del primer trimestre decepcionó al consenso con un avance del producto interior bruto (PIB) del 2,3% interanual, frente al 2,8% del cuarto trimestre de 2010. Este resultado lleva las previsiones de crecimiento para el conjunto de 2011 claramente por debajo del 3%. El menor dinamismo se explica por la caída de dos componentes relativamente volátiles como son el gasto público en defensa y la inversión en construcción. Sin embargo, el consumo privado mostró un buen tono, al crecer un apreciable 0,7%, pero dentro de una tónica de ralentización, que se ha visto corroborada por los resultados de las ventas minoristas de abril. En cambio, la buena marcha de los beneficios empresariales y el relativamente menor endeudamiento de las empresas no financieras ayudó a que la inversión en equipo siguiera mostrándose fuerte, con una aceleración en el primer trimestre que se concretó en un crecimiento del 3,9% intertrimestral. Por lo que se refiere al mercado de trabajo, la creación de empleo sigue siendo lenta con relación a recuperaciones anteriores, pero mantiene un ritmo apreciable.
Japón entra en recesión por el terremoto y por la dinámica bajista que la economía arrastra desde hace meses.En el apartado de precios continúa el repunte de la inflación, con un índice general de precios al consumo (IPC) que en abril subió un 3,2% interanual, cuando en enero era del 1,6%. Sin embargo, más de la mitad del repunte es atribuible al encarecimiento del petróleo que, por el momento, no se traslada a los otros sectores de la actividad económica. En este sentido, el IPC subyacente, que excluye los precios de energía y alimentación, subió un más moderado 1,3%, lastrado por la baja utilización de la capacidad productiva. Por este motivo, no prevemos cambios próximos en la política monetaria de la Fed, y no esperamos que inicie las subidas de tipos de interés antes de principios de 2012.
Otro dato de crecimiento esperado era el correspondiente a Japón, para valorar los efectos económicos del terremoto y posterior tsunami. Pues bien, el PIB retrocedió un 0,7% interanual en el primer trimestre de 2011, por efecto no solo de los fenómenos citados sino también de la dinámica bajista que la economía viene arrastrando desde mediados de 2010. Esta falta de tono de la actividad económica queda reflejada en la debilidad del consumo privado, y en la fuerte desaceleración de las exportaciones. Los primeros efectos del terremoto y de la crisis nuclear de Fukushima se dejaron sentir ya en las existencias, que contribuyeron casi a la mitad del retroceso del primer trimestre. En menor medida, la inversión en equipo también se replegó. Para el segundo trimestre del año se espera otra contracción. La conjunción de estos efectos con la situación de debilidad previa hace muy probable que la economía japonesa retroceda cerca de un 1% en el conjunto de 2011, con riesgos a la baja.
China e India se enfrentan al riesgo de sobrecalentamiento.En contraste con la situación japonesa, las grandes economías emergentes asiáticas mantienen un crecimiento robusto en un entorno de tensiones inflacionistas. La economía china avanzó un 9,7% interanual el primer trimestre del año, mientras que la inflación, que se resiste a bajar, se situó en el 5,3% en abril frente al 5,4% de marzo; para frenar el recalentamiento, las autoridades volvieron a subir el coeficiente de caja, el quinto ascenso en lo que va de año, que se añade a los cuatro aumentos del tipo de interés de referencia desde octubre, a las limitaciones de crédito y a una leve apreciación del tipo de cambio. En la India, que a finales del año pasado crecía un 8,2%, la autoridad monetaria sorprendió este mes aumentando de nuevo el tipo de referencia en 25 puntos básicos hasta el 7%, en su intento por desacelerar la escalada de la inflación, que en marzo marcó un 9%.
Buena parte de estas tensiones inflacionistas se derivan de la trayectoria de las materias primas. Sin embargo su evolución se ha frenado en las últimas semanas. El precio del petróleo deshizo parte del alza después de una racha de siete meses continuados de subidas. Entre el 20 de abril y el 20 de mayo, el precio del crudo bajó un 10,5% para situarse cerca de los 110 dólares por barril, lo que significa un incremento de alrededor del 19% desde inicios de año. El resto de las materias primas ha seguido la estela del petróleo, con excepciones entre los alimentos. Los metales básicos experimentaron retrocesos generalizados, destacando la pérdida del 10,3% del níquel. Entre los alimentos, el azúcar, el té y el café tuvieron retrocesos pero la previsión de un año seco hizo que se apreciaran el trigo, el arroz y la cebada. Por su parte, el oro se mantuvo por encima de los 1.500 dólares por onza, muy cerca de los máximos históricos alcanzados, capitalizando así las incertidumbres que siguen afectando a la economía global.
Las materias primas hacen un alto en el camino del alza de precios.En claro contraste con lo sucedido en Estados Unidos y Japón, el crecimiento económico de la eurozona batió ampliamente lo esperado por el consenso de analistas. La tasa de crecimiento del PIB del primer trimestre se incrementó en medio punto hasta el 2,5%, gracias al arranque de Alemania y Francia, que ponderan casi la mitad de la eurozona. Estos resultados fuerzan la revisión al alza del crecimiento esperado en 2011, del 1,5% hasta el 1,9%. La mala noticia es que los tres países de la eurozona intervenidos (Grecia, Irlanda y Portugal) presentaban retrocesos del PIB en tasa anual en los tres primeros meses del año.
Europa crece con fuerza pero el deterioro de la situación de Grecia desata otro episodio de turbulencias en la deuda soberana periférica.En mayo, precisamente, se ha concretado el programa de ayuda financiera a Portugal, que asciende a 78.000 millones de euros, que se harán efectivos en tres años condicionados a una reducción drástica del déficit público (9,1% del PIB en 2010) y a un conjunto de reformas económicas y financieras. Por lo que se refiere a Grecia, se discute la posibilidad de adoptar un segundo rescate, a la vista de que no se están cumpliendo los objetivos del primero. El deterioro económico y financiero del país se manifiesta, entre otros, en nuevos recortes de su rating y en una deuda pública sobre PIB que en 2011 se prevé alcance el 158%. También se ha apuntado la posibilidad de reestructurar la deuda griega a fin de reconducir la situación actual, pero el Banco Central Europeo (BCE) se opone a esta medida por sus consecuencias negativas no solo para Grecia sino también para otros países en dificultades y para el conjunto de la eurozona.
El BCE, preocupado por la subida de la inflación.En este contexto, las turbulencias en el mercado de la deuda soberana se han reavivado por el efecto contagio, llevando los diferenciales de la periférica respecto a la alemana a nuevos máximos. La deuda española, que en las últimas semanas había conseguido cerrar parte del spread, ha sufrido un aumento de la prima de riesgo hasta los niveles de marzo, cercano a los 270 puntos básicos. No obstante, y a pesar de estos repuntes puntuales de las tensiones, la evolución del spread de la deuda española con la alemana se ha comportado de manera relativamente estable a lo lar- go de los últimos meses.
El BCE, por su parte, está preocupado por salvaguardar la estabilidad de precios en un momento en que el IPC armonizado de la eurozona ha escalado hasta el 2,8% y la inflación subyacente hasta el 1,8% interanual. Así, parte del incremento de precios derivado de las subidas de la energía y de la alimentación se está trasladando al precio de venta al público de los bienes y servicios finales. Tras la subida del tipo de interés de referencia hasta el 1,25%, economistas e inversores descuentan que las próximas subidas, seguramente realizadas en tramos de 25 puntos básicos, podrían llevarse a cabo en julio y en el último trimestre del año.
El crecimiento de la economía española en el primer trimestre, mejor de lo esperado.La combinación de aumentos de los tipos de interés de referencia del BCE y la persistencia de un diferencial de tipos todavía apreciable no ayudan a la economía española a retomar la senda de recuperación necesaria tras la profunda recesión atravesada. A pesar de ello, la economía española también aportó su parte de sorpresas positivas en el primer trimestre, con un crecimiento del PIB del 0,3% respecto a finales de 2010. La tasa de avance interanual se situó en el 0,8%, dos décimas por encima de la cifra registrada el trimestre anterior. Dicho avance se nutrió principalmente del arranque de las exportaciones, sobre todo de bienes e impulsadas por el tirón francoalemán, así como por el aumento del gasto público. En contrapartida, la contribución de la demanda privada interna al crecimiento fue negativa, debido al estancamiento del consumo y al retroceso de la inversión.
Vista la evolución de los distintos elementos del PIB de enero a marzo y los indicadores disponibles, las perspectivas son que la reactivación de la economía avance a un ritmo muy contenido. Una de las claves reside en el consumo de las familias, muy condicionado por la evolución de las rentas y por el aumento de la inflación. En abril, el IPC volvió a estar marcado por la continuidad de la evolución alcista del precio del petróleo, de manera que la tasa de variación interanual del IPC aumentó dos décimas hasta el 3,8%, la tasa más alta desde septiembre de 2008. Sin embargo, esperamos que la inflación este mes haya marcado su máximo y que a partir de ahora vaya remitiendo paulatinamente. La deteriorada situación del mercado de trabajo tampoco ayuda a la mejora del gasto de consumo, con un desempleo cuya tasa alcanzó el 21,3% en el primer trimestre. En dicho periodo, la ocupación cayó un 1,4% interanual en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. No obstante, se espera que en el segundo y tercer trimestres se registre una cierta mejora en el mercado de trabajo.
El sector exterior debe aportar la mayor parte del crecimiento en los próximos trimestres.En definitiva, dada la frágil evolución que se espera de los principales componentes de la demanda interna, la capacidad de recuperación estará a expensas del sector exterior. En este sentido, el hecho de que las dos mayores economías europeas, junto a las nórdicas, hayan experimentado tasas de crecimiento elevadas en el primer trimestre mejora las perspectivas para las ventas al exterior y el volumen de turistas de los próximos meses. Fuera de la Unión Europea, el elevado crecimiento de las economías emergentes y una menor fortaleza del euro contribuirán también al sostenimiento de la actividad en un año clave para la consolidación de la recuperación.

La Caixa

Desequilibrios de balanza de pagos

  En los últimos veinte años se ha producido un acusado aumento de los desequilibrios de las balanzas por cuenta corriente a nivel mundial. La balanza de pagos con el exterior de un país, por definición contable, está equilibrada; pero si la descomponemos entre sus dos componentes más importantes, la cuenta corriente y la financiera, resulta que en muchos países se observan déficits o superávits persistentes en el tiempo en cada una de las mismas. ¿Cuál es el problema? Déficits persistentes por cuenta corriente significan acumulación de deuda exterior y pueden señalar un problema de competitividad. Al contrario, superávits continuados pueden llevar a atesorar excesivas reservas y apuntan a la existencia de tipos de cambio infravalorados.

  El caso paradigmático es el de Estados Unidos y China. El primero adolece de un déficit crónico por cuenta corriente que llegó a superar los 800.000 millones de dólares en 2006. Una parte importante del mismo tiene su origen en las compras de mercancías a China, país que registra elevados superávits desde mediados de los años noventa. Estos superávits suponen acumular activos financieros en forma de reservas exteriores, compuestas en buena medida por deuda estadounidense. De esta forma se cierra el círculo: el excesivo gasto de consumo de las familias americanas lo financia el Gobierno chino con la compra de deuda pública de Estados Unidos.
  Académicos y políticos han debatido hasta la saciedad sobre los orígenes y las consecuencias de los desequilibrios globales. Del debate emergen dos posturas enfrentadas. Simplificando, unos consideran que constituyen un fenómeno anómalo e insostenible que amenaza la estabilidad de los flujos de capitales y que presenta un grave riesgo sobre el mercado de cambios. Otros, por el contrario, estiman que los desequilibrios son resultado de factores estructurales o de políticas adoptadas por las autoridades económicas de otros países y que si estos determinantes no varían los desequilibrios pueden prolongarse durante mucho tiempo.
  ¿Qué papel o influencia han tenido estos desequilibrios en la crisis global desatada en 2008? En general no se les sitúa entre las principales causas de la misma. Sin embargo, el colapso de la liquidez internacional impactó directamente sobre los países con déficits elevados y con una posición exterior más negativa (Estados Unidos constituye la excepción, gracias a la privilegiada posición del dólar en el sistema monetario internacional). Este poder desestabilizador de los desequilibrios globales ha llevado al G-20 a fijarse como objetivo la reducción de los desequilibrios por cuenta corriente hasta «niveles sostenibles», dentro del marco de acciones destinadas a alcanzar un crecimiento elevado y equilibrado de la economía mundial.
  A nivel de la Unión Europea, los desequilibrios han merecido también una atención especial. La creciente integración comercial y financiera facilitada por la creación del euro ha ido acompañada de crecientes desequilibrios externos, que se han convertido en un problema de compleja solución una vez desatada la crisis y vista la imposibilidad de devaluar dentro de una unión monetaria. Con todo, la propia crisis ha provocado una acusada reducción de los déficits externos, tanto por el desplome de la actividad como por el estallido de algunas burbujas de activos. Queda, sin embargo, la necesidad de restablecer las deficiencias de competitividad frente al exterior en los países deficitarios, lo que exige cambios significativos en términos de precios relativos, una mejor asignación de recursos entre sectores productivos y la eliminación de rigideces en los mercados de trabajo y de productos. De otra forma, la capacidad de crecimiento de estos países se verá seriamente comprometida y la salida de la crisis será más lenta de lo deseable.
La Caixa

Coyuntura española. Actividad económica.

Los datos de la contabilidad nacional para el primer trimestre de 2011 muestran que la actividad económica continuó su suave senda de recuperación. Así, el producto in­terior bruto (PIB) creció el 0,3% en el pri­mer trimestre de 2011, situando la tasa de avance interanual en el 0,8%, dos décimas por encima de la cifra registrada el trimes­tre anterior.
Este incremento del PIB fue mejor de lo previsto gracias, parcialmente, al aumen­to del gasto público, del 1,4% en el trimes­tre, que superó ampliamente nuestras ex­pectativas. En cambio, los datos referentes al consumo de los hogares y a la inversión en bienes de equipo mostraron un total estancamiento. La debilidad del consumo de las familias ya era en parte palpable vista la evolución de las ventas minoristas, que en el mes de marzo volvieron a caer, situando la tasa de variación interanual en el –8,7%. Por lo que respecta a la inver­sión en construcción, esta continuó retro­cediendo, aunque a un ritmo menor. En su conjunto, por tanto, la contribución de la demanda interna al crecimiento inter­anual acabó siendo negativa, restándole seis décimas. Ello significa que, tal y como se esperaba, el sector exterior fue el motor de crecimiento del PIB en el primer tri­mestre del año.
Cabe señalar, no obstante, el papel dispar de las exportaciones entre bienes y servi­cios. Mientras las ventas al exterior de bie­nes aumentaron muy significativamente, la partida de servicios retrocedió, a pesar del buen comportamiento del turismo.
Ello indica que las exportaciones de servi­cios no turísticos cayeron sustancialmen­te. El crecimiento importante de las expor­taciones de bienes coincide con la mejora de la producción industrial de los bienes intermedios y de equipo, más proclives al mercado exterior, observada durante los tres primeros meses de 2011. Por el contra­rio, los datos muestran una caída signifi­
cativa de la producción industrial de los bienes de consumo, especialmente los du­raderos.
Vista la evolución de los distintos elemen­tos del PIB de enero a marzo y los indica­dores disponibles, las perspectivas son que la reactivación de la economía se des­acelere un poco en el segundo trimestre.
En primer lugar, las presiones sobre el consumo de las familias siguen siendo importantes, tal y como queda reflejado en la errática recuperación del índice de con­fianza del consumidor, que ha mantenido una tendencia muy plana los últimos tri­mestres. En este sentido, la prolongación de las presiones inflacionistas seguirá impidiendo la recuperación de la renta disponible. Asimismo, es probable que haya una subida gradual de los tipos de interés. La pobre evolución de la ocupa­ción tampoco ayuda. En el primer trimes­tre, esta cayó un 1,4% interanual en tér­minos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. No obstante, se espera que en el segundo y tercer trimestres haya un respiro en el mercado de trabajo. Por lo tanto, de la lectura de todas estas varia­bles se desprende que el consumo progre­sará el próximo trimestre, pero muy len­tamente.
En segundo lugar, el aumento del gasto público del primer trimestre difícilmente se repetirá en lo que queda del año, dado el firme compromiso del Gobierno de redu­cir el déficit, reflejado en la Actualización del Programa de Estabilidad del periodo 2011­2014 de finales de abril. Ciertamente, la rebaja del déficit a lo largo del ejercicio de 2010 significó un retroceso del consumo público del 0,7% anual. Así pues, el cum­plimiento del objetivo de reducción del déficit para este año implicará que el gasto público probablemente tenga importantes retrocesos en los próximos trimestres.
El limitado avance del gasto de las familias y la débil evolución del gasto público no reabrirán el apoyo de la inversión. Concre­tamente, el mejor comportamiento de la inversión destinada a la producción de bie­nes será insuficiente para contrarrestar el retroceso de la inversión en construcción.
Con todo, el conjunto de indicadores apun­ta a que el sector de la construcción de­sacelerará su ritmo de caída, como denota la leve mejoría de la confianza en la cons­trucción del mes de abril.
En definitiva, dada la pobre evolución que se espera de los principales componentes de la demanda interna, la capacidad de re­cuperación estará a expensas del sector ex­terior. En este sentido, el hecho de que los países no periféricos de Europa hayan ex­perimentado tasas de crecimiento eleva­das en el primer trimestre mejora las pers­pectivas para las ventas al exterior y el volumen de turistas de los próximos me­ses. De este modo, las exportaciones debe­rían proseguir su tendencia positiva. Por su parte, las importaciones también debe­rían incrementarse, pero de forma más moderada, por lo que el saldo neto exte­rior debería contribuir notablemente al crecimiento del PIB.
Para determinar el crecimiento potencial de la economía a medio plazo, es importan­te observar la marcha de indicadores como la productividad. En este ámbito, los datos de contabilidad nacional ofrecen una vi­sión mixta. Así, aunque la productividad aparente por puesto de trabajo equivalenteaumentó dos décimas hasta el 2,2%, esta variable por hora efectivamente trabajada se redujo más de un punto y medio, hasta el 0,5%, de forma que no hubo una clara mejoría. Por su parte, el coste laboral por unidad de producto continuó descendien­do pero a un ritmo menor.
En resumen, a pesar de que el proceso de recuperación parece estar bien encauzado con una proyección de crecimiento positi­va para el conjunto del año, la incertidum­bre es todavía elevada. Por un lado, uno de los riesgos negativos destacables es la posi­bilidad que prosigan las presiones infla­cionistas derivadas del aumento del precio de las materias primas, hecho que conlle­varía la pérdida de competitividad por parte de las empresas y la pérdida del po­der adquisitivo de los consumidores. Lo primero arriesgaría el impulso positivo de exportaciones mientras lo segundo podría ralentizar la reactivación de las compras por parte de los hogares. Otro factor des­favorable es el ajuste fiscal por parte del Gobierno que hace entrever que el consu­mo público retrocederá bastante en lo que resta del año, especialmente en la segunda
mitad.
Cuando un país gasta más de lo que produce y, por consiguiente, el saldo exterior de su cuenta corriente es defi­citario, el exceso de gasto debe financiarse mediante entradas netas de capital extranjero. Estas entradas generan unos pasivos frente al resto del mundo, por ejemplo en forma de deuda externa, y unas obligaciones de pago asociadas a dichos pasivos, como los intereses y la amortización de la deuda. Una manera de juzgar si un déficit exterior es sostenible consiste en evaluar si el país podrá hacer frente a estos compromisos de pagos futuros.
Como la capacidad de pago de una economía viene determinada por su nivel de renta, esta condición requiere que el nivel de endeudamiento externo (en rigor, la posición pasiva neta) no alcance una cota demasiado elevada en relación al PIB. El nivel máximo soportable seguramente ha aumentado con la mayor integración financiera que ha acarreado el proceso de globalización pero continúa variando según el país, dependiendo de factores como la composición de sus pasivos, su grado de apertura al comercio exterior o la calidad de sus instituciones.
Así, por ejemplo, un país poco atractivo para la inversión extranjera directa, incapaz de emitir deuda en su propia moneda, que no exporte demasiado y con una agencia tributaria poco sofisticada podrá sostener un nivel de deuda externa relativamente modesto. Ello explica que más del 50% de episodios de impago entre países de ren­ta media entre 1970 y 2001 sucedieran con niveles de deuda externa que no superaban el 60% del PIB.
El nivel al que se estabiliza la posición deudora neta de un país depende fundamentalmente de tres variables: el déficit exterior, entendido como el déficit corriente y de capital exceptuando el saldo por rentas de la inversión,el tipo de interés aplicable a la deuda y la tasa de crecimiento del PIB nominal. En el caso de que el tipo de interés sea superior a la tasa de crecimiento nominal del PIB, cualquier déficit exterior provoca un aumento de la deuda externa sin límite y, por lo tanto, no es sostenible. En cambio, si la tasa de crecimiento es mayor que el tipo de in­terés, la deuda tiende a estabilizarse aunque se registre un déficit de forma recurrente. Cuanto mayor es el diferen­cial entre crecimiento y tipos de interés, menor es el nivel al que se estabilizará la posición deudora para un deter­minado nivel de déficit exterior. Por ejemplo, un país con un déficit del 1% del PIB, una tasa de crecimiento nominal del PIB del 4,5% y un tipo de interés sobre sus deudas de un 3,25% estabilizaría su deuda externa en un nivel equivalente al 84% del PIB (véase la tabla anterior). Su déficit por cuenta corriente y de capital tendería a un nivel del 3,7% del PIB (1% + 3,25%*84).
En el caso de España, la posición pasiva neta frente al resto del mundo se situó en un 87% del PIB a finales de 2010. Esta posición es el resultado de combinar unos activos en el exterior equivalentes al 128% del PIB y unos pasivos del 215% del PIB. Unas tres cuartas partes de los pasivos son deuda propia­ mente dicha y el resto se reparte de forma similar entre inversión extranjera directa (en instrumentos que no son deuda) e inversiones de cartera en bolsa española. A pesar de que España incurrió en unas necesidades de financiación externas del 3,9% del PIB durante 2010, resultado de un déficit exterior excluyendo la cuenta de rentas de la inversión del 1,9% y un déficit en la cuenta de rentas del 2,0% del PIB, la posición pasiva neta mejoró en 4 puntos del PIB respecto a 2009 gracias al efecto neto de las revalorizaciones de activos y pasivos.
España también se benefició en 2010 de una tasa de remuneración sobre sus pasivos históricamente baja (2,7%) y que, además, se situó algo por debajo de la tasa de remuneración promedio de sus activos 2,9%.
La tabla anterior sugiere que el déficit exterior de España no está lejos del nivel que estabilizaría la posición pasi­va neta en la cota registrada en 2010. Si utilizamos el coste de remuneración promedio de los pasivos desde la entrada al euro, un 3,5%, y suponemos una tasa de crecimiento potencial de la economía española de alrededor del 4,5% (combinación de un crecimiento real del 2,5% y una tasa de inflación del 2%), el déficit exterior (exclu­yendo rentas de la inversión), que estabilizaría la posición pasiva neta por debajo del 90% del PIB, estaría en torno al 0,8% del PIB. Como hemos mencionado anteriormente, el déficit se situó en el 1,9% en 2010 pero preve­mos que en 2011 se reduzca hasta alrededor del 1,6% del PIB. Poco faltará entonces (ocho décimas) para alcanzar el déficit exterior que mantendría la posición externa estable a medio plazo. Sin embargo, si la prima de riesgo de la economía española se mantuviera anormalmente elevada y, por lo tanto, el coste de la deuda fuera mayor que el experimentado en el pasado, el déficit exterior debería reducirse aún más para evitar que la posición pasiva neta se disparara en exceso.
Una prima de riesgo baja, un buen ritmo de crecimiento y una buena dosis de competitividad son los ingredientes claves para estabilizar la deuda externa en un nivel sostenible. Cuál es ese nivel no es una pregunta cuya res­puesta sea única para cualquier país y cualquier momento. En todo caso, merece la pena guardar una distancia prudencial de aquellas cotas que pueden provocar vulnerabilidad a cambios en el sentimiento inversor, oscilacio­nes del tipo de interés y vaivenes de crecimiento económico. Episodios que, como hemos visto, suceden.
La Caixa

LAS PYMES SIGUEN CAYENDO EN EL TEJIDO EMPRESARIAL


Según un estudio elaborado por Axesor el tejido empresarial español sigue de capa caída y  ha disminuido en 10.839 empresas hasta mayo, un 81,94% más que en los primeros cinco meses de 2010. Mientras el incremento de la actividad empresarial creció un 5,73% en términos interanuales, con 47.067 compañías, las bajas ascendieron a un 14,73% con 57.906 empresas menos.
Por provincias, sólo Sevilla, Álava, Huesca y Teruel fueron las únicas que crearon tejido empresarial. El informe de Axesor además apunta en que los concursos de acreedores aumentaron hasta el mes de mayo un 8,16% interanual. Del total de 2.334 cursos instados, un 98,75% de los procesos corresponden a Pymes -2.305 en términos absolutos-. La cifra ha experimentado un crecimiento del 8,29% en relación a los cinco primeros meses de 2010.
En España, las pequeñas y medianas empresas suponen un 99 por ciento del total, ya que solo 1.704, de las cerca de 3.300.000 existentes en nuestro país, superan los 500 empleados. Y la situación actual no es precisamente favorable. Las pymes han sufrido con fuerza las consecuencias de la crisis. Desde el comienzo de la misma han desaparecido 450.000 empresas en España, de las cuales 250.000 son pymes y 185.000 autónomos
El sector que más lo ha sentido ha sido el macrosector promoción-construcción-inmobiliario que aglutina el 91,2% de la destrucción del tejido neto empresarial en España. En concreto han desaparecido o cesado su actividad 9.904 empresas pertenecientes a este sector. Le siguen los sectores de la industria manufacturera, comercio al por mayor, al por menor y reparación de vehículos y actividades financieras y seguros, que pierden o cesan 1.031, 926 y 417 empresas respectivamente, aunque en este último esta cifra supone una mejora del 26,54% respecto a 2010.

Consejos para preparar la jubilación con la actual reforma de las pensiones

Debido al envejecimiento de la población, el Gobierno retrasó la edad de jubilación dos años, pasando de los 65 a los 67 años. Además, amplió el periodo de cálculo de la pensión, de los últimos 15 años a los 25, lo que supone una reducción considerable de la cantidad a percibir.
Sin olvidar que se endurecieron las condiciones para percibir el 100% de la prestación. Por un lado, sólo se podrán jubilar a los 65 años con la totalidad de la cuantía aquellos trabajadores que hayan cotizado al menos 38 años y medio. Para el resto, los que se jubilan a los 67, deberán cotizar 37 años.
Incluso con la reforma, los jubilados españoles serán unos privilegiados si se compara con el resto de Europa. Por ejemplo, sin contar con los últimos cambios del Gobierno, cuando un trabajador se jubila, la prestación cubre el 81% del salario medio, es decir, se deja de percibir, el 19%.
En Axa calculan que cuando entren en vigor todos los puntos de la reforma de las pensiones, en 2027, los trabajadores del Régimen General perderán poder adquisitivo en un 28% de media.
Luis María Sáez de Jáuregui, director de Vida, Ahorro y Productos financieros de AXA, cree que “la mejor estrategia que puede adoptar un trabajador joven, al que la reforma le pillará de lleno, es por un lado estar correctamente informados de cuánto será su pensión y, segundo, adoptar una forma de ahorro adecuada”.
Por su parte, Luis Anula, director de desarrollo de negocio de MAPFRE Vida, piensa que la mejor opción es empezar a “ahorrar para la jubilación desde que el trabajador se incorpora al mercado laboral, como hacen nuestros vecinos del norte”.
En este sentido, Anula recomienda cambiar la mentalidad. “Los jóvenes españoles se compran un coche, viajan, mientras que nuestros vecinos alemanes u holandeses empiezan a ahorrar para cuando se retiren”.
También coincide con esta idea Ignacio Baeza presidente de MAPRE Vida recomienda, además, empezar a hacer aportaciones a planes de pensiones cuanto antes. En su opinión, si un joven ahorrara 100 euros mensuales entre los 25 y los 35 años y dejara de aportar, tendría un capital acumulado a su jubilación de 106.511 euros. Si esa misma aportación se hiciera de los 35 a los 70 años, el capital acumulado sería de 105.000 euros. Para Baeza esto lleva a la conclusión de que el “esfuerzo de ahorro en la juventud es mucho más productivo”.

Empezar a trabajar, empezar a ahorrar

De la misma opinión es Javier Sánchez, responsable de productos de planes de pensiones de Citibabank. “Una persona que empieza a trabajar debe comenzar al mismo tiempo a ahorrar”. Para ello, recomienda realizar pequeñas aportaciones periódicas e ir aumentándolas a la vez que se gana poder adquisitivo.
Según un estudio de ING, los españoles deberían tener ahorrados 80.000 euros para poder jubilarse sin perder poder adquisitivo, es decir con un salario anual de 23.900 euros, que es la media en España.
Para Sáez de Jáuregui, un trabajador con un cónyuge a cargo debería tener ahorrados 120.000 euros cuando se retire del mundo laboral y 100.000, sin cónyuge. Sin embargo, la media de los planes de pensiones está en torno a los 6.000-8.000 euros. Por lo que lo ideal sería empezar a preparar la jubilación cuando el trabajador se incorpora en el mundo laboral.
Para Anula, el que un trabajador sea joven permite que cuánto antes se empiece el esfuerzo es menor y la rentabilidad del capital mayor.
Por su parte, Manuel Álvarez, director del Observatorio de Pensiones de Caser, considera que un trabajador joven debe plantearse dos puntos. Por un lado, "cuántos años van a cotizar a la Seguridad Social teniendo en cuenta la precariedad del mercado laboral y, por otro, profesiones de carácter técnico con la crisis han emigrado al extranjero".
Como nuestro sistema social no está pensado para esto, los trabajadores que se incorporan al mercado laboral adopten nuevas fórmulas. Así, para aquellos que trabajan fuera de España y, que por lo tanto, no cotizan a la Seguridad Social "deberían destinar un ahorro de 10.000 euros anuales", prosigue Álvarez. Y para aquellos que sí que coticen pero tienen sueldos superiores a los 50.000 euros anuales, "para que no pierdan poder adquisitivo lo ideal serían 6.000 euros".
En cuanto a la forma de ahorrrar, Álvarez recomienda que sea una aportación mensual fija, que por un lado permite evitar la volatilidad de los mercados y además genera cultura de ahorro de cara a la jubilación.

Los productos más adecuados

Con una incorporación cada vez más tarde al mercado laboral y el elevado nivel de endeudamiento por la compra de una vivienda parece casi imposible afrontar la jubilación con estas cantidades.
Para el director de Vida, Ahorro y Productos Financieros de Axa las preguntas serían “¿Se ahorra mucho o poco?, ¿Es la forma de ahorrar en España la correcta? Y pone como ejemplo que del 100% de ahorro en nuestro país, un 80% está en vivienda.
Si se apuesta por el ladrillo, en tiempos de bonanza económica los precios suben, pero si se atraviesa un ciclo como el actual, los precios se desinflan. En este sentido, Sáez de Jáuregui apuesta por un modelo de ahorro más en sintonía con lo que hacen otros países europeos del entorno: apostar por el alquiler y dedicar el resto a preparar la jubilación.
Anula considera que hacer frente a la jubilación hay que tener en cuenta dos factores. El primero la edad. Cuánto más joven se es se puede adoptar por inversiones en renta variable. En segundo, el perfil. “Hay jóvenes con una mayor aversión al riesgo y otros no”. Pero eso sí, su apuesta diversificar el ahorro. Es decir, invertir una parte en planes de pensiones, que son menos líquidos, y otra en seguros de inversión o fondos de inversión, más fáciles de rescatar, especialmente para ahorradores jóvenes.

¿Inversión en renta variable o fija?

En cuánto al tipo de producto, AXA considera que hay que tener en cuenta dos aspectos. El primero, que la percepción del riesgo depende de la persona, por lo que apostar por renta variable o fija depende no de la edad ni del perfil, sino del propio carácter del trabajador. Aún así, “la renta variable da siempre más resultados positivos incluyendo las épocas de recesión”. Por otro lado, que existen productos que aseguran la rentabilidad a largo plazo.
La compañía ofrece planes de pensiones en los que se puede ir moviendo a renta fija, variable y monetario sin ninguna comisión.
Mapfre también apuesta por otros de los instrumentos muy útiles para complementar la jubilación: los seguros de ahorro e, incluso, la vivienda. “Hacer líquida la casa es otra posibilidad para complementar la pensión pública de jubilación”, concluye. Respecto a los seguros de ahorro, opina que todavía tenemos mucho que mejorar. “En España, la prima media invertida en seguros de vida se sitúa en 858 euros, frente a la media europea, de 2.365 euros”, dice.
Por su parte, Javier Sánchez, de Citibank, cree que los más adecuados son por un lado los planes de pensiones, pero que tienen la pega de que no garantizan el capital, y por otro los PPAs, que son planes de pensiones asegurados tanto en capital como en rentabilidad.
En cuanto a la estrategia, si se comienza muy joven a preparar la jubilación, Sáchez apostaría primero por la renta variable, para pasar luego a renta fija y terminar en productos monetarios. Si se comienza tarde, el producto estrella sería las rentas vitalicias, que “tienen también una ventaja fiscal y además, se pueden realizar aportaciones de prima única o cantidades adicionales”.
Como conclusión, Sánchez recuerda también la ventaja de los planes de pensiones a la hora de cambiarlos de una entidad a otra, lo que permite buscar más rentabilidad, sin que se le penalice la fiscalidad y las comisiones.
Por su parte, el director del Observatorio de Pensiones de Caser, lo más lógico sería "comenzar con renta variable para luego ir cambiando progresivamente a renta fija. Es decir, si el 70% estaría en bolsa y para alcanzar el 0% cuando se aproximara a su edad de jubilación" También depende mucho de la aversión al riesgo, concluye Álvarez.