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martes, 7 de junio de 2011

Desequilibrios de balanza de pagos

  En los últimos veinte años se ha producido un acusado aumento de los desequilibrios de las balanzas por cuenta corriente a nivel mundial. La balanza de pagos con el exterior de un país, por definición contable, está equilibrada; pero si la descomponemos entre sus dos componentes más importantes, la cuenta corriente y la financiera, resulta que en muchos países se observan déficits o superávits persistentes en el tiempo en cada una de las mismas. ¿Cuál es el problema? Déficits persistentes por cuenta corriente significan acumulación de deuda exterior y pueden señalar un problema de competitividad. Al contrario, superávits continuados pueden llevar a atesorar excesivas reservas y apuntan a la existencia de tipos de cambio infravalorados.

  El caso paradigmático es el de Estados Unidos y China. El primero adolece de un déficit crónico por cuenta corriente que llegó a superar los 800.000 millones de dólares en 2006. Una parte importante del mismo tiene su origen en las compras de mercancías a China, país que registra elevados superávits desde mediados de los años noventa. Estos superávits suponen acumular activos financieros en forma de reservas exteriores, compuestas en buena medida por deuda estadounidense. De esta forma se cierra el círculo: el excesivo gasto de consumo de las familias americanas lo financia el Gobierno chino con la compra de deuda pública de Estados Unidos.
  Académicos y políticos han debatido hasta la saciedad sobre los orígenes y las consecuencias de los desequilibrios globales. Del debate emergen dos posturas enfrentadas. Simplificando, unos consideran que constituyen un fenómeno anómalo e insostenible que amenaza la estabilidad de los flujos de capitales y que presenta un grave riesgo sobre el mercado de cambios. Otros, por el contrario, estiman que los desequilibrios son resultado de factores estructurales o de políticas adoptadas por las autoridades económicas de otros países y que si estos determinantes no varían los desequilibrios pueden prolongarse durante mucho tiempo.
  ¿Qué papel o influencia han tenido estos desequilibrios en la crisis global desatada en 2008? En general no se les sitúa entre las principales causas de la misma. Sin embargo, el colapso de la liquidez internacional impactó directamente sobre los países con déficits elevados y con una posición exterior más negativa (Estados Unidos constituye la excepción, gracias a la privilegiada posición del dólar en el sistema monetario internacional). Este poder desestabilizador de los desequilibrios globales ha llevado al G-20 a fijarse como objetivo la reducción de los desequilibrios por cuenta corriente hasta «niveles sostenibles», dentro del marco de acciones destinadas a alcanzar un crecimiento elevado y equilibrado de la economía mundial.
  A nivel de la Unión Europea, los desequilibrios han merecido también una atención especial. La creciente integración comercial y financiera facilitada por la creación del euro ha ido acompañada de crecientes desequilibrios externos, que se han convertido en un problema de compleja solución una vez desatada la crisis y vista la imposibilidad de devaluar dentro de una unión monetaria. Con todo, la propia crisis ha provocado una acusada reducción de los déficits externos, tanto por el desplome de la actividad como por el estallido de algunas burbujas de activos. Queda, sin embargo, la necesidad de restablecer las deficiencias de competitividad frente al exterior en los países deficitarios, lo que exige cambios significativos en términos de precios relativos, una mejor asignación de recursos entre sectores productivos y la eliminación de rigideces en los mercados de trabajo y de productos. De otra forma, la capacidad de crecimiento de estos países se verá seriamente comprometida y la salida de la crisis será más lenta de lo deseable.
La Caixa

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