miércoles, 21 de septiembre de 2011

La Unión Europea en el filo de la navaja

A partir de los años 50 en el siglo pasado, Europa se dedicó a construir el estado bienestar más avanzado del mundo y a desarrollar un modelo de integración económica para unificar las economías de los diferentes países. El modelo fue exitoso y llegó a su plena madurez con la creación del euro como moneda única.

La crisis de la economía global del 2008 y 2009, la más fuerte en ochenta años, afectó profundamente la Unión
Europea a través del impacto de los sistemas financieros poniendo a prueba la estabilidad económica mundial. Europa entró en recesión; los niveles de deuda se dispararon y los desequilibrios fiscales impusieron drásticos ajustes que causaron delicadas protestas sociales. La crisis se constituía en la gran prueba de la unidad monetaria.
Las acciones de política adelantadas por los gobiernos y el Banco Central Europeo no lograron neutralizar los efectos y a partir del segundo semestre del 2010 los planes de salvamento han generado desconfianza en los mercados. El colapso de muchas economías (Grecia, Irlanda y Portugal) dejó en evidencia una realidad: los niveles de deuda son impagables. Pero lo más delicado es que la deuda de los países está entrelazada y ello explica como Grecia, a pesar de ser una economía pequeña, compromete la estabilidad del sistema europeo ya que una cesación de pagos afecta los bancos franceses ( dos bancos sufrieron reducción en su grado de inversión por cuenta de una de las calificadoras), y alemanes principalmente. Los mercados están angustiados y a la espera de Italia (su deuda ha sido castigada por las calificadoras) y España, ya que el volumen de sus deudas puede afectar seriamente el sistema financiero alemán, pilar de la unidad monetaria.

Hoy Europa se encuentra ante la posibilidad de una segunda recesión que sumada a la de Estados Unidos llevaría a la economía mundial a una depresión económica. Lo más delicado es que no hay unidad en los gobiernos para decidir el camino y la salida a tan grave situación. El tiempo se agota y de no concretarse soluciones efectivas, todos los mercados del mundo sin exepción se afectarían como lo evidencia el comportamiento de las bolsas y los mercados al inicio de esta semana.

De otro lado si se supera el fantasma de la recesión y se genera confianza en los mercados, es evidente que a la economía europea le espera un período de bajo crecimiento económico en la medida que el espacio para hacer política fiscal expansiva es prácticamente cero y todas las acciones tienen que estar orientadas a evitar la insolvencia e iliquidez de los mercados. Por el contrario, algunos países como España, Holanda y Francia están discutiendo la implementación en sus sistemas constitucionales de reglas fiscales. El daño es tan grande que en el escenario positivo, la Unión Europea puede recorrer el camino de Japón de la última década: estancamiento económico.

Finalmente y ante este desolador panorama europea es importante mirar lo que le ocurre a la economía colombiana la cual experimenta un positivo crecimiento económico impulsado por una fuerte demanda interna, niveles de deuda pública sostenible, sólida posición del sistema financiero, recuperación del grado de inversión, implementación en el ordenamiento jurídico del concepto de sostenibilidad fiscal y la regla fiscal, disminución del desempleo, creciente inversión extranjera y menores niveles de riesgo en los mercados internacionales comparado con muchos de los países europeos. Si bien este escenario a toda prueba muestra un claro avance de Colombia en el contexto de la economía internacional, no somos inmunes ante un desplome europeo.