martes, 14 de junio de 2011

El turismo se convierte en uno de los sectores económicos que más rápidamente está dejando atrás la crisis financiera y económica.

En un contexto económico internacional y nacional caracterizado por la incertidumbre y la inestabilidad, el turismo se convierte en uno de los sectores económicos que más rápidamente está dejando atrás la crisis financiera y económica. Además, en España, el turismo exhibe elevadas tasas de crecimiento y se presenta como uno de los motores que podrían tirar del resto de la economía. Sin embargo, las oportunidades que ofrece el turismo únicamente serán aprovechadas en la medida en que se realice un adecuado diagnóstico del mismo y se acometa un conjunto de actuaciones que permitan mejorar su competitividad y sostenibilidad.
En este sentido, el objetivo general de este artículo consiste en realizar un diagnóstico breve, aunque sólido, de la evolución reciente del turismo en España para posteriormente identificar un conjunto de posibles líneas de actuación a través de las cuales se podría contribuir a mejorar la competitividad del modelo turístico español. Estas actuaciones sugieren un cambio radical y el aprovechamiento de la demanda turística para fomentar el desarrollo de otros sectores vinculados a la economía del conocimiento y la sostenibilidad.
Un diagnóstico general de la realidad y evolución del turismo en España
El turismo constituye actualmente uno de los principales sectores económicos de la economía española, con una aportación al Producto Interior Bruto (PIB) nacional que se estima en torno al 10% (Cuenta Satélite del Turismo de España, 2009). De manera específica, el turismo receptor, conformado por los  52.677.187 visitantes extranjeros que recibió España en 2010, genera aproximadamente el 4,2% del PIB de la economía española, mientras que el 5,8% restante de la contribución del turismo al PIB nacional está vinculada a los viajes que realizan los hogares españoles.
La importancia del turismo es incluso superior a la media nacional para algunas regiones españolas como Canarias y otras del litoral mediterráneo, que desde los años 60s han apostado por un modelo turístico basado en el turismo vacacional en la costa, como Baleares, Comunidad Valenciana y Andalucía. En este sentido, los dos archipiélagos -Baleares y Canarias- exhiben un modelo económico que gira principalmente en torno a las actividades turísticas vinculadas al turismo de sol y playa. Los estudios Impactur, elaborados por Exceltur, revelan que en el caso de Canarias, el turismo generó en el año 2009 el 27,4% del PIB regional y el 30,2% del empleo, porcentajes que se elevan incluso para Baleares (44,2% y 30,8%, respectivamente). Por su parte, la Comunidad Valenciana y Andalucía reciben en torno al 12% de su PIB regional a través de las actividades turísticas, porcentaje que es ligeramente superior a la media nacional.
En el ámbito internacional, los principales indicadores turísticos exhiben una evolución favorable, de forma que el turismo se ha convertido en uno de los sectores económicos en los que menor impacto ha tenido la crisis financiera y económica internacional. Concretamente, la Organización Mundial de Turismo, en su informe sobre el turismo en 2010, estima que durante dicho año el número de viajes internacionales se situó en torno a 935 millones, mejorando las cifras obtenidas en 2009 (877 millones) y 2008 (913 millones). Estos datos sugieren la rápida recuperación del turismo internacional, si bien la recuperación varía por mercados y destinos turísticos, y se ha centrado esencialmente en las economías emergentes.
Esta rápida recuperación de la actividad turística está en línea con la favorable evolución que ha experimentado la demanda turística en las décadas anteriores. Así por ejemplo, se ha pasado de 458 millones de viajes internacionales en el año 1990 a 675 millones de viajes internacionales en el año 2000, y 935 en el pasado ejercicio de 2010. Estos datos indican que la demanda turística internacional ha experimentado un crecimiento del 38,5% en la última década, y que prácticamente se ha duplicado en un
período de 20 años. Este comportamiento tan positivo, que podría suavizarse si consideramos la tendencia en la reducción de la estancia media en los destinos de los viajes internacionales, se explica esencialmente por la creciente necesidad de realizar viajes y conocer otros países y destinos, así como la expansión y el desarrollo del sector del transporte y de las tecnologías de información y comunicación. No obstante, también se observa un crecimiento en la tasa de aparición de nuevos destinos, así como el desarrollo y la consolidación de destinos emergentes, que están compitiendo por cuotas de mercado con los destinos ya consolidados como Francia y España.
En este contexto, la actividad turística en España ha experimentado un estancamiento durante la primera década del siglo XXI, por cuanto que la aportación en valores absolutos del turismo al PIB nacional durante el año 2009 fue similar a la estimada para el año 2000. Concretamente el índice a precios constantes, tomando como referencia el año 2000, es de 100,8. Durante dicha década, este índice alcanzó su valor más elevado en el año 2007, justo antes de la crisis, con el 112,8. Estos índices son incluso inferiores cuando se considera únicamente la aportación del turismo receptor internacional, ya que la demanda internacional en el año 2009 generó un PIB turístico significativamente inferior al del año 2000 (84,5%), a precios constantes tomando el año 2000 como referencia, mientras que en el año 2007 fue prácticamente similar al del año base (100,4%).
En términos generales, el modelo turístico del litoral mediterráneo español y de los dos archipiélagos, fundamentado en una oferta vacacional de sol y playa, muestra claros síntomas de estancamiento y pérdida de competitividad en los mercados internacionales. En los casos de Baleares, Comunidad Valenciana y Andalucía, se observa una tendencia algo favorable respecto a la llegada de turistas internacionales, si bien los ingresos turísticos y la contribución del turismo a la economía regional exhiben un comportamiento de estancamiento, en línea con lo anteriormente comentado para el conjunto del país. El comportamiento desfavorable del turismo se hace más evidente en el caso de Canarias, que desde el año 2001 ha observado una tendencia de reducción en los indicadores básicos de la gestión del destino, como la contribución del turismo al PIB regional y al empleo en las Islas, así como en la llegada de turistas extranjeros y el gasto que se realiza en el destino.
Considerando el análisis realizado hasta el momento, podemos concluir que la evolución del turismo en España evidencia la existencia de ciertos problemas estructurales que afectan a la competitividad y sostenibilidad del turismo en este país, en general, y de ciertos destinos vacacionales, en particular. Es por ello que la favorable evolución de algunos indicadores turísticos durante 2010 y principios de 2011, debido esencialmente a cuestiones geopolíticas y de azar, no deberían poner en cuestión el diagnóstico de la situación real del modelo turístico de España. Por el contrario, resulta imprescindible consensuar y acometer importantes líneas de actuación para aprovechar las inmensas oportunidades que ofrece el turismo para la economía española y sus regiones.

De retos puntuales a un cambio radical en el modelo turístico

Del crecimiento que ha experimentado el turismo español en las décadas precedentes se ha pasado a una situación en la que los principales indicadores económicos comienzan a mostrar un comportamiento no tan favorable, como consecuencia de un conjunto de factores externos como la creciente rivalidad entre destinos turísticos, la aparición de nuevos destinos y el crecimiento de destinos emergentes en otras zonas geográficas del mundo, junto al cambio en el comportamiento del turista, el avance tecnológico, el desarrollo del transporte aéreo, y la expansión de las tecnologías de información y comunicación (TICs).
A estos condicionantes externos tendríamos que añadir otros factores de carácter interno que afectan a la competitividad y sostenibilidad del modelo turístico español y sus principales zonas turísticas vacacionales del litoral, entre los que destacan especialmente la obsolescencia de activos físicos, la necesidad de renovación de las principales zonas turísticas, el desajuste de la oferta a las nuevas motivaciones de los turistas, la escasa diferenciación de la oferta, los bajos niveles de innovación y actividad emprendedora en el ámbito turístico, la necesidad de aprovechar mejor las oportunidades que ofrecen los sectores del transporte y las TICs, y los elevados precios, en comparación con otros destinos vacacionales competidores con una estructura de costes más favorable.
El Informe sobre la Competitividad de los Viajes y el Turismo elaborado por el Foro Económico Mundial en 2011, revela la elevada competitividad turística de España como destino turístico, ya que actualmente ocupa el puesto octavo en una lista de 139 países que son objeto de estudio. El potencial turístico de España se hace patente cuando se analizan los recursos, infraestructuras y atractivos turísticos. Así por ejemplo, España se posiciona en el segundo puesto en el ranking atendiendo al atractivo de los recursos culturales, únicamente superada por China. No obstante, se observa cierto retroceso en los niveles de competitividad relativa en comparación con los años anteriores, y además se identifican unos puntos débiles que deberían ser abordados para mejorar el atractivo y la competitividad turística, entre los cuales se destaca la necesidad de refundir y simplificar el marco legislativo general que afecta a las actividades turísticas, facilitar la apertura de nuevos negocios y controlar el impacto que sobre el medio ambiente tienen las actividades turísticas. Así mismo, se evidencia una escasa competitividad en precio y la conveniencia de ampliar la disponibilidad de recursos humanos cualificados.
Del texto anterior se podrían intuir los principales retos que deberían ser afrontados en los próximos años y décadas por el sector turístico en España y sus principales destinos. De manera específica, en este artículo se hace una selección de los cinco que podrían ser los más estratégicos a medio y largo plazo, los cuales serán brevemente descritos a continuación:
1. Renovar los principales destinos turísticos españoles que exhiben una evidente pérdida de competitividad y sostenibilidad en su modelo turístico, por lo general como consecuencia de la obsolescencia y la oferta de un producto estándar o de "marca blanca". Esta renovación tendría que hacerse apostando por una serie de criterios claros y consensuados como la diferenciación, la especialización, la sos-tenibilidad, la innovación, la rentabilidad de la inversión, y la contribución a la economía y al empleo.
2. Existe la necesidad de apostar por una especialización de la oferta y un adecuado posicionamiento en los mercados turísticos internacionales, buscando perfiles de clientes, tiposde productos turísticos y experiencias vacacionales que generen mayor rentabilidad al destino y a las empresas turísticas españolas. Un mayor énfasis en el marketing en el destino también contribuiría a incrementar los ingresos turísticos.
3. Dada   la   importancia  del   transporte, que afecta a la conectividad del destino con los mercados turísticos y también al precio de los viajes, resulta esencial aprovechar mejor las oportunidades que se observan en el sector aéreo, si bien lo importante es mejorar el atractivo del destino para que las compañías de bajo coste y de otro tipo decidan ampliar el número de rutas y vuelos. Con ello también se contribuiría a la desintermediación, aumentando  de   manera   progresiva el número de visitantes que llegan al destino al margen de los intermediarios tradicionales.
4. En el ámbito empresarial se destaca, por un lado, la conveniencia de fomentar la gestión del conocimiento, la innovación, la utilización de las nuevas tecnologías, la formación y gestión del talento, y la definición de estrategias basadas en la diferenciación, como instrumentos esenciales para poder incrementar los precios y mejorar la productividad empresarial.
Así mismo, es imprescindible fomentar la creación de empresas y el espíritu emprendedor entre las actividades turísticas y relacionadas, que contribuyan a aportar valor añadido al destino y a incrementar el empleo y los ingresos turísticos.
5. Existe la convicción de la necesidad de vincular el turismo a la economía del conocimiento y del medio ambien  te. Por un lado, España podría posicionarse a la vanguardia del conocimiento turístico internacional, con la finalidad de aprovechar la experiencia turística en la identificación de nuevos nichos de mercado, la mejora de la oferta, el diseño de nuevos y mejores productos, servicios y experiencias vacacionales, así como para exportar conocimiento y crear nuevas actividades de servicio vinculados al turismo. Y por el otro, el medio ambiente es un recurso turístico a conservar y mejorar por parte de los destinos, y a la vez se convierte en un aspecto crecientemente valorado por los turistas en la elección del destino y las empresas de alojamiento y ocio.
Estos importantes retos del turismo vacacional en España y sus destinos también exigen un importante cambio cultural, en la forma de pensar, de todos los agentes que intervienen en el sector turístico, y en particular de los responsables de los destinos, los empresarios y los trabajadores. También resulta relevante dinamizar la capacidad emprendedora y de creación de nuevos negocios turísticos, impulsando valores vinculados a la innovación, la búsqueda de nuevos conceptos de negocios, la identificación de nichos de mercado, la anticipación de las nuevas necesidades del turista, el aprovechamiento de las tecnologías y las TICs en la comercialización turística, y la renovación de la oferta turística.
Finalmente, el carácter transversal del turismo presenta igualmente enormes posibilidades para el desarrollo de otras actividades económicas, como el transporte, las tecnologías de información y comunicación, las energías renovables, la industria, los servicios profesionales y las actividades agropecuarias, entre otras. Además, la demanda turística sobre tecnologías y servicios "de conocimiento" y "limpios-ecológicos", podría dinamizar otros sectores emergentes en el ámbito de la industria y otros servicios. Por su parte, las necesidades de renovación de las principales zonas turísticas requieren importantes actuaciones de construcción. En definitiva, un cambio radical en el modelo turístico no sólo contribuiría a mejorar la competitividad y sostenibilidad de la oferta turística en España, sino también a convertir al turismo en uno de los principales motores del crecimiento económico y la creación de empleo a medio y largo plazo en España, en general, y de las regiones del litoral, en particular.

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