La traición de Trump
En el salón del poder y el desconcierto,
donde se traman pactos en sombras furtivas,
un hombre alza la voz con tono incierto,
y su palabra retumba en grietas cautivas.
Trump, en un juego de espejos y fuego,
marca el compás de un destino sin tregua,
con un saludo a Putin, en un suspiro ciego,
mientras Europa tiembla, su fe se ruega.
Una llamada inesperada, sin eco aliado,
rompe la armonía del viejo bloque unido;
la diplomacia se quiebra en un pacto errado,
y el continente observa, inseguro y dolido.
Zelenski, en su trono de lucha y de lágrimas,
es llamado dictador en retazos de desdén,
mientras las voces del Este en mil dramas
gritan: “¡No al trato que nos hace perder!”
Con propuestas que huelen a usurpación,
se tejen tratos de minerales y poder,
un precio pagado con la soberanía
y un futuro que se desvanece sin volver.
Europa, espectadora de un teatro sombrío,
ve su seguridad en el filo del abismo caer,
con el peso de decisiones y un frío desvarío
de una alianza que empieza a desfallecer.
La Casa Blanca, en su danza de intereses,
traza un mapa de traiciones y de ambición,
mientras en París, en reuniones y tensos pretextos,
se clama justicia y se alza la voz de la razón.
En un tablero sin reglas, piezas al viento,
la historia se escribe con tintes de traición;
cada palabra, cada susurro, es un tormento
que fragmenta la paz y erosiona la unión.
Mas en medio del caos y la diplomacia rota,
resuena el clamor de un pueblo que anhela verdad,
buscando en la tormenta una ruta remota
hacia un mañana de justicia y dignidad.
Así se teje la trama de un acuerdo incierto,
donde el riesgo es moneda y el futuro, un papel,
y en el eco de decisiones y pactos desiertos,
Europa clama: “¡No caigamos en su red de hiel!”
Una oda a la cautela, un canto a la unión,
contra la fragilidad de un trato sin equidad;
en versos se alza la voz de la razón
para preservar la paz y la seguridad.
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